Redacción ‘MS’- La mayor regulación en seguridad alimentaria, los avances tecnológicos en las pruebas, la identificación de nuevos patógenos, la presión para reducir costes, el aumento de la conciencia del consumidor y la cada vez mayor complejidad y globalización de las cadenas de suministro son las seis principales causas por las que se han duplicado, de acuerdo con las cifras del Sistema de Alerta Rápida para los Productos Alimenticios y los Alimentos para animales, las alertas de contaminación de productos en la Unión Europea en los últimos diez años.
Para explicar a los mediadores los riesgos a los que se exponen todas las empresas que participan en la cadena de suministro de los productos alimentarios (humanos y animales) y cosméticos y la solución aseguradora que ha diseñado frente a posibles siniestros, el Club del Mediador de AIG, gestionado por Daniel García Mayor, organizó una sesión digital el pasado 5 de octubre.
Se trata, en palabras de Sophie Vilaplana, directora de Responsabilidad Civil General de la aseguradora, de unos siniestros “que pueden hacer quebrar” a una empresa, ya que, según reiteraron y subrayaron varias ponentes, son “de poca frecuencia, pero de mucho impacto”. Para evitarlo –informó Vilaplana-, AIG ofrece una respuesta “muy completa”, dado que “es de las pocas compañías que comercializa el seguro de Contaminación de Producto en España” desde hace 30 años. Y recomendó que los cuestionarios sean cumplimentados por los directores de Calidad para una respuesta más ágil y completa, y así ajustar las cotizaciones a las necesidades de las empresas.
Aparte de enumerar las citadas causas que han duplicado las alertas por notificaciones de incidentes en Europa, Paula Vila Cortina, suscriptora de Responsabilidad Civil General, expuso los motivos que hacen recomendable la contratación de un seguro específico, como el de Contaminación de Producto, para afrontar los percances que se puedan producir en cualquiera de las fases de la cadena de fabricación de productos alimenticios y cosméticos por alérgenos, microbios, productos químicos o elementos físicos.
Entre esas razones, fundamentalmente, las exigencias legales, los requisitos contractuales, la protección reputacional, la cobertura única y especial, la gestión adecuada en caso de un siniestro o una crisis y el disponer de un consejo profesional en seguridad alimentaria.
Vila Cortina detalló, asimismo, las características y la mecánica de uso de la póliza de AIG -que cubre la contaminación accidental, la manipulación maliciosa y la extorsión de producto-, las pérdidas cubiertas de forma estándar –costes de rehabilitación, costes de consultoría, publicidad adversa, costes de extorsión, costes de retirada y la interrupción de negocio- y las exclusiones.
Por su parte, Elixabete Albela, Casualty Major Loss Claims Adjuster Europe, y Alejandra Redondo, Casualty Major Loss Claims Adjuster, ilustraron las explicaciones de Paula Vila Cortina con una serie de ejemplos de siniestros reales, las medidas que se tomaron para subsanarlos, así como sus costes y coberturas dependiendo de los límites de las pólizas suscritas por los clientes.
En el evento participó también Marcela Alarcón, senior manager de NSF International, una organización no gubernamental de salud y seguridad pública que colabora con AIG para ofrecer a sus asegurados asesoramiento antes y después de un incidente, tanto en la respuesta como en labores de consultoría, simulacros, gestión de retirada de productos o formación.