Por Eva García, socia fundadora en Coaching on Focus, consultora de RR.HH., Bioquímica y Neurocoach.
Más de la mitad de los trabajadores denuncia que el estrés es algo habitual en su día a día.
Cuatro de cada diez personas opinan que el estrés no se gestiona de manera adecuada en su lugar de trabajo.
El 30% de las bajas laborales son producidas por estrés o ansiedad según datos del INE del 2018; datos corroborados por la Asociación Española de Especialistas en Medicina del Trabajo.
Con estos datos, y en pleno debate social sobre el incremento en España de las enfermedades mentales, debido en gran parte a la situación de la pandemia por Covid- 19, el estrés se perfila como firme candidato a ser la próxima pandemia del s XXI.
«Sin duda, es momento de dejar de preocuparnos de los datos y ocuparnos de cambiar algo».
¿Qué es el estrés y cómo nos afecta?
Según la definición de la RAE, es estrés es: “tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves”.
Desde el punto de vista de la psicología, se produce un estado de estrés cuando hay un desequilibrio entre la percepción que una persona tiene de las exigencias que le impone su entorno y la percepción que tiene de sus propios recursos.
Son muchas las situaciones que nos pueden llevar a tener esta percepción :
- Las novedades y cambios en nuestras vidas
- La incertidumbre y la impredecibilidad
- La sensación de descontrol
- Las amenazas para nuestra integridad física
La buena noticia, al ser el estrés una percepción individual y subjetiva, es que si trabajamos en la adquisición de herramientas y recursos adecuados, estaremos más preparados para afrontar las situaciones percibidas como estresantes, y minimizaremos dicha percepción, aumentando la sensación de control.
Para ser justos con el estrés, hay que decir que no siempre tiene una connotación negativa. Cierto grado de estrés, nos resulta óptimo para mantenernos en un estado activo, que nos permita adaptarnos a las situaciones. Es el denominado eutrés o estrés positivo. Pero una vez superados estos límites, caemos en el distress, el cual nos afecta de manera muy negativa.
Los síntomas podemos detectarlos en varios ámbitos:
- Físicos: incremento del ritmo cardiaco, temblor, insomnio, migrañas, problemas intestinales…
- Emocionales y cognitivos: cambios de humor, irritabilidad, tristeza, bloqueos mentales, dificultad para tomar decisiones o baja autoestima son algunos de ellos
- Conductuales: aislamiento, deterioro de las relaciones sociales, conductas destructivas o malos hábitos entre otras
¿Cómo podemos minimizar el estrés en el trabajo?
Existen múltiples factores que intervienen en el estrés laboral y pueden provocar en los empleados lo que se denomina el síndrome del quemado o Burnout.
Algunos de ellos son factores que dependen de la organización y otros son de carácter más personal.
Es importante que afrontemos el estrés desde estas dos perspectivas; por parte de la empresa, incluyendo programas para la detección del estrés a través de cuestionarios psicosociales o evaluación del clima laboral, y acciones para el control y prevención del mismo ; y por otro lado, a nivel personal, revisando nuestras exigencias internas o nuestros niveles de satisfacción.
«Sin duda el autocuidado en todas sus vertientes es fundamental para poder adquirir las herramientas y recursos que nos permitan afrontar las situaciones, sin que las mismas, nos generen estrés negativo».
¿En qué consiste el autocuidado?
El autocuidado comprende todas aquellas acciones que llevamos a cabo con el objetivo de mejorar nuestro bienestar y nuestra salud física y mental. Algo que debiera ser innato, la capacidad de cuidarnos, a veces se nos olvida, dejándonos llevar por estos tiempos frenéticos y acelerados en los que vivimos.
El autocuidado se convierte en una necesidad para encontrar el equilibrio en tres aspectos: psicológico, físico y emocional.
Algunas de las acciones de autocuidado que podemos poner en marcha son:
- Incorporar o potenciar hábitos saludables como pueden ser:
- Cuidar la alimentación, evitando dulces y procesados. Beber al menos 2l de agua
- Eliminar el consumo de sustancias tóxicas como el alcohol o el tabaco
- Realizar ejercicio físico con regularidad
- Garantizar un descanso adecuado, al menos entre 6 y 8 horas diarias para que nuestro cerebro y cuerpo puedan recargar pilas
- Mantener una buena higiene personal
- Rodearnos de personas positivas, que nos aporten, al mismo tiempo que debemos huir de las relaciones tóxicas
- Reinventarnos constantemente, realizando actividades que nos gusten y nos supongan retos en nuestro día a día
- Cuidar nuestro lenguaje, no solo con los demás sino con nosotros mismos. Tener un diálogo interno sano y positivo
- Potenciar nuestra tolerancia, aumentar nuestra flexibilidad mental, aprendiendo a ponernos en el lugar del otro, mejorando nuestra empatía y escucha activa
- Practicar la asertividad. Aprender a decir que no es clave para no sobrecargarnos en exceso con responsabilidades que muchas veces no son nuestras
- Mejorar nuestra gestión emocional, identificando las emociones, comprendiéndolas y aceptándolas. Solo de este modo conseguiremos una adecuada regulación emocional
- Potenciar nuestra resiliencia, focalizarnos en nuestras fortalezas para ser capaces de vencer las adversidades y nuestras propias debilidades o miedos
- Aprender a pensar de otra manera, identificar los pensamientos que no nos aportan nada, analizarlos y desmontarlos para conseguir la reestructuración cognitiva
- Practicar meditación y respiraciones profundas, que nos ayuden a poner nuestro cuerpo y mente en calma
¡Consejos para quererte!
- Ten hábitos saludables
- Rodéate de personas +
- Reinvéntate
- Háblate con cariño
- Sé tolerante, escucha
- Practica la empatía
- Aprende a decir “NO”
- Cuida tus emociones
- Aumenta tu resiliencia
- Aprende a cambiar de chip
………….y Respira!!!