Por Ana Isabel Delgado Cánovas, CEO de H2O Organizaciones y Personas.
En estos tiempos de profundo cambio que nos están tocando vivir a todos los niveles, hay una cuestión que no escapa a tertulias, artículos, foros, declaraciones, etc…Y es la eterna cuestión de la igualdad entre hombres y mujeres, entre lo masculino y lo femenino.
Este año las mujeres nos estamos manifestando para reivindicar la plena igualdad de derechos. Un día y otro salen a la luz actos de hombres que maltratan, vejan, agreden, violan y matan a mujeres, como se ha venido haciendo desde el principio de los tiempos. Y las mujeres hemos dicho BASTA. Basta al desequilibrio y a la desigualdad.
El mundo cambia y las mujeres hemos cambiado; nos hemos transformado de maneras increíbles y somos capaces de hacer de todo, pero aún sigue instaurado un patriarcado que decide sobre nuestra vida y continúa la supremacía de los valores masculinos sobre los femeninos. Ante semejante estancamiento social, mujeres de todas las edades nos estamos manifestando reclamando cambios sociales que nos lleven hacia una sociedad más justa e igualitaria.
Es evidente que existe una guerra entre los hombres y las mujeres, Una guerra entre géneros que no va a ningún lado puesto que es obvio que nos necesitamos y complementamos, que en cada hombre y en cada mujer convergen una parte masculina y otra femenina.
Nos pasamos la vida hablando desde el género y descuidamos la experiencia de lo que somos, una unidad en danza de polaridades entre lo femenino y lo masculino, en la que una no puede vivir sin la otra y viceversa.
La polaridad universal entre el principio masculino y el femenino tiene lugar también dentro de cada hombre y cada mujer. Somos la unión de un óvulo y un espermatozoide, tenemos hormonas masculinas y femeninas, lo que significa que tenemos acceso a un amplio abanico de energías masculinas y femeninas.
La polaridad masculina implica movimiento, es la acción de engendrar, de penetrar, la capacidad de explorar el mundo y de ir en busca de lo que se quiere. Es la iniciativa, la lógica, la mente. La polaridad femenina es la capacidad de entrega y de receptividad, la ternura, fecundidad, contemplación e intuición. El cuerpo frente al espíritu.
Es momento ineludible para sanar e integrar los masculino y lo femenino dentro de nosotr@s, para poner fin a la guerra y que reine la paz de una vez por todas junto con la cooperación entre los seres humanos. Es hora de aunar la polaridad (racional) masculina con la polaridad (emocional) femenina en cada persona, y como sociedad cuidar de la Tierra que nos nutre, sostiene y ampara. Es hora de que las mujeres pongamos nuestra sensibilidad, inteligencia, poder, conciencia y empatía en lugares de poder para cuidar la Tierra, sanarla y honrarla.
Jung denominó “Obra Maestra” a la integración del masculino y el femenino. Es la Vía Regia o puente hacia el Sí mismo, la vía por excelencia para establecer la conexión con las profundidades de nuestro Ser.
Como mujer que soy, me niego a sentirme víctima en la sociedad en la que vivo y tengo muy claro que necesitamos crecer como sociedad, como raza humana. Crecer en el sentido de equilibrarnos revalorizando unos valores femeninos que van más allá del género. Revalorizar lo femenino en el interior de cada hombre y cada mujer, deponer las armas y poner fin a la lucha de géneros. Urge equilibrar ambas polaridades para liberarnos del poder hegemónico de lo masculino sin conciencia que destruye lo femenino. Urge revalorizar lo arquetípicamente femenino frente a la discriminación, la desvalorización y el menosprecio. Reconectarnos con la Tierra maltrecha, explotada, arrasada.
Es preciso reconciliarnos con lo femenino para integrar, armonizar, cuidar, respetar y revalorizar la interdependencia entre las polaridades masculina y femenina. Lo femenino unido se trasluce como fraternidad, empatía, cooperación, comprensión, compañerismo, compasión, nutrimento mutuo, intercambio entre dar y tomar, escuchar y expresar.
Urge transformar nuestra sociedad transformándonos interiormente, sanando nuestro interior, equilibrando y honrando nuestra parte masculina y femenina. Es tiempo de unidad, de integración de lo masculino y lo femenino, tiempo de respeto, solidaridad, cooperación, valoración y reconocimiento profundo entre ambas polaridades. Y para ello, cada quien puede tomar la responsabilidad de sanar sus linajes, el femenino y el masculino, y aceptar las cosas como fueron para regenerar, revalorizar, reparar daños y heridas de las contiendas entre nuestros antepasados. Es hora de sanar la brecha entre géneros para logar la plena RECONCILIACIÓN entre hombres y mujeres, reconociendo mutuamente su valor intrínseco y promoviendo una ecología Sagrada en armonía con el Universo.
En nuestro tiempo, en el que están activas fuerzas de resquebrajamiento tan amenazantes, dividiendo pueblos, individuos y átomos, es doblemente necesario que aquellas otras fuerzas que unen y mantienen uniones se vuelvan efectivas, porque la vida está basada en la interacción armoniosa de fuerzas masculinas y femeninas, tanto dentro del ser humano individual como fuera. Hacer que estos opuestos se unan es una de las tareas más importantes que como Seres Humanos tenemos hoy en día.
Equilibrar dentro de nosotros nuestra energía YING (Femenina) y nuestra energía YANG (Masculina) es el reto más grande que afrontamos como Seres Humanos, pues en la conciliación de estas dos energías que habitan dentro de cada uno de nosotr@s, se encuentra el secreto para alcanzar una vida más plena y en armonía a nivel individual y, como consecuencia, a nivel de sociedad.
Fuente: Ascensión Belart – Emma Jung, Animus and Anima, 1955