Gabriela Vulic Fernández. Directora de Personas y Cultura en  Active Seguros

Desarrollando la capacidad de reflexionar

Por Gabriela Vulic Fernández. Directora de Personas y Cultura en

Active Seguros

¿Dedicas tiempo en tu día a día a la reflexión?

Al final del día, ¿te preguntas si has triunfado sobre el día o el día ha triunfado sobre ti?

La reflexión es fundamental cuando las cosas no han salido como esperábamos. ¿Y si hubiésemos hecho las cosas de otra forma? ¿Y si hubiésemos tenido otra actitud o reaccionado en forma diferente?

Reflexionar, según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), es: “Pensar atenta y detenidamente sobre algo.”

El mundo antes y después de la pandemia

Antes de la pandemia en 2020, se decía que estábamos viviendo en entornos VUCA (Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo). Ahora, pasamos a vivir en un mundo BANI (Frágil, Ansioso, No lineal, Incomprensible), cada vez más rápido, superficial y desafiante.

Esto nos impulsa a buscar otros caminos para ser más efectivos y conseguir nuestras metas, independientemente de las situaciones que tengamos que afrontar. La capacidad de adaptarse a las circunstancias y no ser víctima de ellas es una habilidad que se puede desarrollar.

Los departamentos de Personas podemos contribuir a mejorar esta capacidad de adaptación, trabajando en potenciar la habilidad de reflexionar, a través de los planes de formación interna.

Los sistemas tradicionales de formación están dando paso a nuevas metodologías y contenidos más flexibles y adaptados al tipo de persona y sus necesidades.

«Al final del día, ¿te preguntas si has triunfado sobre el día o el día ha triunfado sobre ti?».

¿Para qué queremos reflexionar? Además de reflexionar, ¿qué más debemos aprender?

Si somos capaces de responder a estas preguntas, estaremos abriendo la puerta a nuevas iniciativas y enfoques.

La reflexión no viene sola. Ligada a esta, contamos con la capacidad de gestionar nuestras emociones, lo que llamamos autogestión. Y podemos preguntarnos: ¿Por qué he reaccionado así? ¿Qué me impide conseguir mis objetivos? ¿Cómo debería haber respondido a esa pregunta?

Por último, para gestionar nuestras emociones, tenemos que autoconocernos. El autoconocimiento nos permite saber lo que realmente nos motiva, nos afecta, nos mueve, independientemente de lo que gira a nuestro alrededor.

Si no sabemos lo que nos mueve, ¿cómo pretendemos conocer a los demás? ¿Cómo pretendemos llegar a los demás y saber qué les mueve?

«La reflexión no viene sola. Ligada a esta, contamos con la capacidad de gestionar nuestras emociones, lo que llamamos autogestión».

Tenemos entonces tres palabras clave: reflexión, autogestión y autoconocimiento.

Si nos conocemos a nosotros mismos, podremos autogestionarnos, lo que nos permitirá tomar decisiones más acertadas, sacar partido de las circunstancias, tomar distancia de los hechos y no reaccionar de forma mecánica, en definitiva, poder vivir más conscientemente.

Si, además, aprovechamos las circunstancias para reflexionar sobre lo que nos ha ocurrido, cerraremos un círculo de mejora personal y profesional para impulsar nuestro crecimiento interior.

Este círculo que lleva a la reflexión, partiendo del autoconocimiento, contribuye a mejorar el bienestar mental y emocional de las personas que lo practican. Si lo convertimos en un hábito diario, podremos transformar el círculo en una espiral ascendente que nos lleve a un nivel superior.

El bienestar de las personas en la empresa es, actualmente, un factor crucial a la hora de retener el talento y fortalecer el clima laboral.

Si queremos forjar una cultura corporativa saludable y sostenible, es fundamental trabajar sobre estos tres factores para consolidar en las personas estas competencias y habilidades emocionales, vitales para el diario vivir.

«El bienestar de las personas en la empresa es, actualmente, un factor crucial a la hora de retener el talento y fortalecer el clima laboral».