Redacción ‘MS’- La pandemia de la COVID-19 “ha afectado al equilibrio funcional y emocional de las personas, de una forma global. Millones de personas en todo el mundo han visto cómo sus rutinas, proyectos y deseos se han visto contrariados. Además, se dan casos de mentalidades negativas, miedos, inhibiciones, personas que se encierran en sí mismas, relaciones interpersonales que desaparecen o se enfrían, un temor latente al contagio del nuevo coronavirus y, en general, una pérdida de la serenidad y el sosiego interiores”, expone el Dr. Jerónimo Melchor García San Cornelio, psiquiatra de IMQ.
El próximo 24 de julio se celebra en todo el mundo el Día Internacional del Autocuidado, una efeméride que juega con las fechas (24/7, 24 horas / 7 días) para recordar de forma global la necesidad de que cada persona vele en la medida de lo posible por su propia salud. En este año, el tema elegido son los cuidados de la salud física para prevenir el contagio de la COVID-19, pero ¿y qué ocurre con la gran olvidada de esta pandemia, la salud mental?
‘La pandemia ha puesto en escena un estado de atención permanente, con mucho desgaste emocional que en algunos casos ha desembocado en ansiedad, miedos, culpa, irritabilidad, etcétera. Una situación incómoda y difícil de sobrellevar para algunas personas, lo que puede llevar a la búsqueda de chivos expiatorios y crispación. Todo un entorno social, laboral y mediático alterado que puede favorecer la aparición de estados de ansiedad anticipatoria e hipervigilancia’.
Dr. Jerónimo Melchor García San Cornelio, psiquiatra de IMQ.
El especialista en Psiquiatría recuerda que para esto no hay fórmulas mágicas y saca a colación un axioma universal: “mens sana in corpore sano…”, al que añade la coletilla “… et societas justa”, en referencia a que el concepto de la salud, tal y como establece la propia Organización Mundial de la Salud, “que hace referencia a un completo bienestar en las esferas física, psíquica y emocional, y social”. De este modo, las claves para favorecer un estado mental saludable durante los periodos de confinamiento y la ‘nueva normalidad’ en la que surgen los rebrotes de una manera constante, se orienta a principios de sobra conocidos: “mantener una alimentación sana, variada, equilibrada y mesurada; procurar salvaguardar las horas necesarias de descanso nocturno, evitando trasnochar; realizar actividad física de manera regular de acuerdo con la edad y características de cada persona, retomando el valor terapéutico de salir a pasear; y no descuidar la socialización, siempre con la responsabilidad necesaria, pero sin descuidar el trato con nuestros seres queridos y con otras personas con las que mantenemos una sana cordialidad”.
Consejos
Evitar la saturación informativa. Conviene dejar descansar la mente, sin exponerse a una sobrecarga informativa día tras día. Es beneficioso ser selectivo y exponerse a fuentes oficiales y medios de comunicación serios de fiabilidad contrastada.
Teletrabajo. Respetar los horarios y las rutinas, sin descuidar la vestimenta, el orden del espacio de trabajo, la higiene corporal, los objetivos de trabajo y los periodos de descanso. Asimismo, es necesario evitar la sobrecarga física y el estrés laboral, así como el exceso de exposición a pantallas digitales.
Relaciones de pareja. Repartir de manera equitativa las tareas domésticas, incluyendo las que tienen que ver con el cuidado de los hijos. Dedicar tiempo a hablar con la pareja, interesarse por su esfera familiar, laboral, sus amistades, sus sentimientos en relación a la pandemia, etcétera.
Relaciones sociales. El hombre es un animal social y necesita relacionarse con sus semejantes. Si la distancia social no favorece el contacto físico, hay diversas maneras para sentirse cerca de los seres queridos. Las nuevas tecnologías nos dan nuevas posibilidades de comunicación, especialmente, con los seres queridos que se encuentran más alejados. Se puede mantener una comunicación emocional desde la distancia.
Dedicarse tiempo a uno mismo. Estar sólo, confinado o aislado no siempre es sinónimo de ‘estar con uno mismo’. Valorar las propias emociones y sentimientos y analizar cómo son las reacciones que desarrollamos ante determinadas situaciones y estímulos. Identificar los miedos propios e indagar en sus causas y consecuencias. Frenar la hiperactividad y el déficit de atención en los que algunas personas caen. Además, es positivo saber escuchar y compartir, y no ser impositivos.
Disfrutar de un ocio saludable y favorecer la creatividad y el aprendizaje. Actividades como la lectura, la música, la pintura, una conversación agradable, practicar un deporte motivador o hacer turismo en un lugar cercano y especial son actividades que se pueden desarrollar de manera regular y que proporcionan satisfacción a muchas personas. Por otro lado, un periodo de confinamiento o una menor salida al exterior puede ser un buen momento para iniciar un aprendizaje que siempre hemos podido desear pero que, por falta de tiempo, nunca hemos podido o querido emprender. Quizá ahora sea un buen momento.
Resiliencia. Por último, pero no por ello menos importante, la capacidad del ser humano para sobreponerse a catástrofes o desgracias es una cualidad que debemos valorar positivamente.