Por Mª Jesús Álava Reyes, presidenta de Apertia-Consulting y de la Fundación María Jesús Álava Reyes. También dirige el Centro de Psicología Álava Reyes y el Instituto de Bienestar Psicológico y Social.
Estamos en otoño, una época del año donde muchas personas experimentan un cansancio enorme, que las lleva a situaciones muy incómodas; sienten que tienen que esforzarse al máximo, para tirar literalmente de su cuerpo y poder realizar las actividades de la vida diaria.
Por el contrario, hay personas que parecen tener una hiperactividad permanente, como si nunca se agotaran; pero si lo evaluamos con detenimiento, ese exceso de actividad tampoco parece ser un síntoma de buena salud.
Hay cansancios de los que nos podemos recuperar fácilmente: son los cansancios físicos, pero ¿qué ocurre con el cansancio emocional?
¿Qué nos agota más: el cansancio físico o el cansancio mental?
Sin duda, el cansancio mental; ese cansancio que va unido a la apatía, a la impotencia, a esos problemas que no paran en nuestra mente, que somos incapaces de desconectar, que condicionan toda nuestra vida y nos impiden descansar.
Del cansancio físico nos podemos recuperar, pero el cansancio emocional con frecuencia nos sobrepasa, nos genera impotencia y nos sentimos sin recursos para hacerle frente.
Lo padecen las personas que no desconectan, que no paran de darle vueltas a las cosas, que se angustian ante los problemas, que se llenan de inseguridad, de miedos y de insatisfacción.
Y lo peor es que ese cansancio mental nos provoca impaciencia, irritación, falta de control emocional. La situación a veces se nos hace tan difícil, que intentamos cortar ese cansancio tomando decisiones drásticas; decisiones poco racionales que lejos de ayudarnos, nos meten en una espiral muy peligrosa.
Hay un principio de salud mental muy claro: No tomemos decisiones importantes cuando el cansancio se haya apoderado de nosotros y no agotemos a quienes están a nuestro alrededor con nuestras conductas irracionales, impacientes y con falta de control emocional.
«Del cansancio físico nos podemos recuperar, pero el cansancio emocional con frecuencia nos sobrepasa».
¿Hay épocas del año que son más proclives al cansancio, o depende más de nuestro carácter y la forma en que afrontamos la vida?
En efecto hay épocas del año en que las personas tenemos las defensas más bajas y somos más vulnerables al cansancio. Nuestras defensas físicas bajan y el agotamiento es muy real. Son épocas en las que conviene hacer una mejor higiene del descanso, depurar nuestros hábitos y fortalecernos a nivel físico. Como sabemos que va a ocurrir, conviene que nos preparemos. Es la época en que muchas personas toman suplementes vitamínicos, pero es más importante la preparación emocional; saber que nos sentiremos más cansados y que eso no quiere decir que dejemos que la tristeza, la apatía o la melancolía acaparen nuestras emociones
Recordemos por último que nuestra forma de afrontar la vida, nuestro carácter y nuestras costumbres influyen también en nuestra capacidad para descansar.
«Es la época en que muchas personas toman suplementes vitamínicos, pero es más importante la preparación emocional».
¿El cansancio provocado por nuestra situación emocional es más difícil de combatir?
Sin duda el cansancio más difícil de combatir es el provocado por nuestra situación emocional y nuestra falta de recursos para afrontar las dificultades . En esas situaciones se nos activa nuestro sistema nervioso autónomo, concretamente el simpático y ahí nos sentimos agotados, sin fuerzas para nada, aunque hayamos estados todo el día sentados.
El cansancio está unido a factores como falta de ilusiones, la desmotivación, la apatía… por una parte y, por la otra, el estrés, la ansiedad, la angustia
No hay nada que canse más que la desesperanza, la negatividad, la falta de perspectivas, el no ver horizontes.
Además, la inseguridad y la incertidumbre también generan mucho cansancio.
Pero un cansancio muy difícil de combatir es el que nos impide tener un sueño reparador; ahí tendremos que trabajar esos buenos hábitos.
«El cansancio está unido a factores como falta de ilusiones, la desmotivación, la apatía… por una parte y, por la otra, el estrés, la ansiedad, la angustia».
¿Qué hay de cierto en que los hombres y las mujeres no reaccionamos de la misma forma ante el cansancio?
Depende de las personas, pero es cierto que, en general, el hombre aguanta más el sobreesfuerzo puntual, la mujer resiste mejor el cansancio más duradero. ese día a día que repetido una y otra vez resulta agotador.
Un ejemplo claro es el cuidado de los enfermos. Muchos hombres reaccionan con gran energía y desarrollan mucha actividad en las primeras fases de una enfermedad o del cuidado a alguien que está enfermo, pero cuando esos cuidados se extienden y se alargan en el tiempo, ahí la mujer suele mostrar mejor adaptación.
Algo parecido sucede en los sobreesfuerzos que hay que hacer, por ejemplo, en una época de gran trabajo. Si el sobreesfuerzo es puntual, muchos hombres lo llevarán bien, pero cuando se convierte en un sobreesfuerzo permanente, ahí las mujeres tendemos a afrontarlo mejor.
«El hombre aguanta más el sobreesfuerzo puntual, la mujer resiste mejor el cansancio más duradero».
¿Existe el cansancio que va unido a la rutina y al aburrimiento?
Sin duda, el cansancio provocado por la rutina, el aburrimiento, la monotonía…es difícil de combatir.
Es el cansancio que sienten muchas personas a las que les gustaría que su vida fuese un estímulo permanente, una novedad constante. Esto es un peligro, pues esas personas intentarán provocar esa novedad o esa excitación a cualquier precio. Son las personas que se cansan de sus actividades, de las rutinas del día a día, incluso de sus compañías… y que buscan que esos cambios constantes llenen el vacío que experimentan.
Estas personas creen que para sentirse bien tienen que provocar una especie de sunami constante en sus vidas; al final, lo que consiguen es una insatisfacción permanente y un desequilibrio emocional constante. Mucho cuidado, la vida no deber ser un volcán, es un camino que debemos recorrer cada día con paciencia y con sabiduría, extrayendo los principales aprendizajes.
«El cansancio provocado por la rutina, el aburrimiento, la monotonía…es difícil de combatir».
¿Qué les pasa a muchos jóvenes y adolescentes que parecen vivir en un cansancio permanente?
Al margen de que se sientan muy cansados en épocas de exámenes; tanto por lo que estudian como por la tensión que conlleva el no estudiar lo suficiente; lo cierto es que el estilo de vida de muchos jóvenes y adolescentes puede llevarles a un cansancio infinito.
Con frecuencia, muchos jóvenes y adolescentes tienen los biorritmos cambiados, están activos hasta altas horas de la noche, permanecen enganchados a las redes, a los vídeojuegos, a sus móviles, duermen poco, su alimentación es deficiente, pasan mucho tiempo sin actividad física; en definitiva, cuidan muy poco su salud y viven en una especie de mundo paralelo, donde no siguen las más elementales reglas de un descanso reparador.
En estos casos, uno de los objetivos fundamentales será que recuperen hábitos sanos y saludables: que sus biorritmos vayan acorde con su actividad, que duerman lo suficiente, que su alimentación responda a sus necesidades de crecimiento, que el ejercicio físico forme parte de sus rutinas habituales y que trabajemos con ellos su estabilidad emocional. En definitiva, que recuperen el control de sus vidas y desarrollen su inteligencia emocional, que será el principal baluarte y punto de apoyo en sus vidas.
«El estilo de vida de muchos jóvenes y adolescentes puede llevarles a un cansancio infinito».
Reflexión final
Contra el cansancio actividad, pero actividades que nosotros podamos programar, recordemos que el cansancio por hacer lo que te gusta, lejos de agotarte, te genera una energía constante.