Por Raúl Varela, abogado, empresario, socio fundador de Red Mundo Atlántico y CEO de la Fundación Mundial de la Felicidad.
Hace unos días estuve trabajando para preparar una interesante jornada que vamos a celebrar en septiembre en Madrid y sobre la cual voy a adelantaros a continuación algunas pistas.
El caso es que estaba hablando del formato de la jornada con mi amiga Paloma Fuentes y ella me sugirió que el título tuviese como eje central el llamado “liderazgo humanista”.
Me gustó mucho la idea y hoy quiero profundizar en este artículo sobre este tipo de liderazgo, con el cual me identifico plenamente.
«Antes de nada, quiero deciros que hay muchas definiciones para los distintos tipos de liderazgo: transformacional o transaccional, autocrático o democrático, liderazgo positivo, orientado a la tarea u orientado al servicio. Otros definen el liderazgo como situacional o simplemente de gestión. A mi entender la mayoría de estos términos son demasiado limitados para cubrir el complejo acto de liderar a otros».
El liderazgo humanista es mi modo de ver el modelo más completo e integral para definir el tipo de liderazgo que a mí personalmente más me gusta.
Echando la vista atrás, desde la revolución industrial han existido modelos de producción muy concretos que han dado lugar a estilos de liderazgo diferentes.
El primer sistema de producción se conoció como Taylorismo y hacía referencia a la organización de la producción de manera especializada para obtener un mayor beneficio de la mano de obra. Este sistema, con un mayor nivel de mecanización, pasó al Fordismo y tuvo como fundamento las cadenas de producción de los vehículos Ford para obtener la máxima productividad de la mano de obra. Este estilo de producción da lugar a estilos de liderazgo totalmente autocráticos, así como a mano de obra a la que no se le pedía ninguna opinión acerca de cómo mejorar los sistemas de producción.
Toyota, otra marca de vehículos en el lado opuesto del planeta y con otra cultura social totalmente diferente, se dio cuenta de que incluyendo a las personas y sus ideas en la cadena de producción podía llegar a un sistema mucho más eficiente, gracias al compromiso humano de mejorar continuamente los sistemas de producción. De estas ideas surge la metodología de trabajo Lean Manufacturing, ampliamente extendida hoy por todo el mundo.
Este sistema de producción potencia otros estilos de liderazgo en los que las personas son importantes porque se les motiva a que siempre busquen la forma de mejorar en su ‘parcela’ de trabajo, también conocido como método Kaizen (mejora continua). La forma de trabajar pasa a ser más horizontal y, no sólo se consigue incrementar la eficiencia, sino que se mantiene a las personas más felices.
«Pues bien, directamente relacionado con estos conceptos, el liderazgo humanista parte de la idea fundamental que dice que la empresa es una comunidad de personas. La empresa la forman, esencialmente, personas. El liderazgo se ejerce desde la persona y va dirigido hacia las personas. Es este principio sencillo de exponer, pero algo más complicado de llevarlo a la práctica».
Sentada la definición básica del liderazgo humanista, a continuación vamos a describir cinco características fundamentales del mismo:
1.- La primera característica tiene en cuenta que el liderazgo lo ejercen personas, de “carne y hueso”.
La creencia de que los líderes son personas fuera de lo normal es errónea. Al contrario, los líderes son personas absolutamente normales. En todo caso, hacen su trabajo de una manera “extra”- ordinaria, es decir, en su trabajo se salen de lo habitual. La posibilidad de ejercer el liderazgo entra dentro de las capacidades del ser persona.
Cualquier persona por el hecho de serlo tiene la potencialidad de convertirse en líder.
La gente normal puede llegar a ser líder porque el liderazgo es un conjunto de prácticas observables y que se pueden aprender. Si se entiende que el liderazgo es un proceso susceptible de aprendizaje, se pone al alcance de aquellas personas que sientan la vocación o con la fuerza de voluntad suficiente para llegar a ser líderes.
Los buenos líderes conocen sus cualidades como personas y, por tanto, tienen un alto grado de autoconocimiento. Comprenden bien sus debilidades y fortalezas. En su acción directiva ponen en funcionamiento sus fortalezas y buscan en otras personas o en equipos el complemento para sus limitaciones.
De hecho, se rodean de personas que cubren sus limitaciones. En este sentido, la humildad es condición indispensable de su manera de proceder.
Kets de Vries añade a la humildad otras dos “h”: la humanidad y el humor. Es lo que él llama las tres “h” del liderazgo. A mí me parece especialmente interesante la “h” del humor, pues creo que es un aspecto que no se suele considerar en las investigaciones, pero que, en la práctica diaria, no es tan sólo necesaria, sino signo inequívoco de inteligencia. El buen humor no está reñido, a mi entender, con el trabajo riguroso. Otro aspecto importante de la humildad, como característica para un liderazgo humanista, es que los buenos líderes “saben que no lo saben todo” y, por tanto, son conscientes de que van a necesitar del conocimiento de los demás.
También, que están dispuestos a “aprender a aprender” y se rodean de gente que conocen a fondo lo que ellos desconocen. El conocimiento resulta, hoy en día, decisivo en la actividad empresarial. El buen líder es quien es capaz de dirigir el talento de los demás en la consecución de los objetivos comunes. No tienen miedo en reconocer que necesitan de otros para llevar a cabo un buen liderazgo. Por último, si retomamos la etimología de la palabra “humildad” -del latín, humus que significa tierra-, se puede afirmar que tocan de pies al suelo, que están con los pies en la tierra. Conocen los límites de su realidad personal.
2.- La segunda particularidad del liderazgo humanista es la capacidad de enseñar a los demás.
El líder humanista es un pedagogo, procura educar a los demás. La metodología que emplea es doble. Por un lado, la más elocuente: el ejemplo. La importancia de los hechos, de los comportamientos por encima de las palabras, aunque éstas no sean desdeñables. El liderazgo humanista se ejerce desde el ejemplo constante y diario.
El ejemplo, a corto y largo plazo, genera credibilidad y confianza, aspectos fundamentales para que los demás aprecien el valor de las acciones humanas. Para ello, la voluntad y la perseverancia resultan decisivas.
Por otro lado, el líder humanista transmite seguridad en lo que hace. Tiene el rumbo claro y sabe hacia dónde quiere ir. Está entregado a su trabajo. Está “apasionado” con su trabajo, “enamorado” de lo que hace, realmente, entregado a la empresa todos los días. La fortaleza no deja de ser una cualidad, en todo momento, para un liderazgo humanista.
3.- La tercera cualidad es su capacidad para ilusionar a la gente.
La pasión por el trabajo es, sin duda, importante, mas para el liderazgo humanista hay un reto mayor: dotar de sentido al trabajo de los demás. El liderazgo humanista procura sentido al trabajo de las personas en la empresa. A la gente se le puede abordar, tratar, evaluar, premiar y motivar de distintas maneras. El liderazgo humanista está en la línea de ayudar a descubrir el sentido de la acción empresarial. Entendido de este modo, los líderes humanistas son pedagogos del sentido.
4.- La cuarta característica es su capacidad de cambio. El liderazgo que sea humanista viene asociado con el cambio.
Liderazgo y cambio son realidades, intrínsecamente, unidas. El liderazgo lleva en sí el cambio. Tiene explicación antropológica. El hombre es “strictu sensu” un ser dinámico, en constante “movimiento”. El hombre o mujer de empresa por su misma actividad, es dinámico. La ausencia de dinamismo en cualquier persona lleva a cierto anquilosamiento.
Evidentemente, el movimiento tiene que ser con “sentido” o en una “dirección”. Así, se ejerce la libertad, condición específicamente humana. El cambio es inherente a la condición humana. Se cambia para avanzarse, mejorar para, ir hacia delante, para crecer.
5.- Finalmente, la quinta cualidad es que el líder humanista se sabe prescindible.
Llegado el momento trabaja por su prescindibilidad. Es persona, por tanto, se sabe prescindible. Prepara a fondo a aquella persona o personas que puedan relevarle. Su sentido de la responsabilidad le lleva a actuar de este modo.
La impermanencia no sólo es en la vida, sino en el mundo de la empresa y de las instituciones. Nadie es ni imprescindible ni permanente, y el líder humanista lo sabe.
Concluyo estas líneas diciendo que considero que éste es un modelo de liderazgo al que aspiramos las personas tanto de la Fundación Mundial de la Felicidad, que tengo el honor de dirigir en España, como de Red Mundo Atlántico, como socio fundador y directivo de esta red empresarial multinacional.
Larga vida al líder humanista que lidera desde el SER.
Fuentes: Moreno Pérez, Craig Nathanson
Una respuesta a “El liderazgo humanista: aprendiendo a liderar desde el ser”
Los comentarios están cerrados.