Por Lennys Rivera, Programa de Clima y Energía, WWF España
Nos encontramos ante una doble crisis: climática y de pérdida de biodiversidad, que representan un riesgo financiero presente y futuro. Sin embargo, los reguladores y supervisores del sector financiero aún no incorporan suficientemente en sus políticas y marcos de supervisión los riesgos climáticos, y aún menos los relativos a la naturaleza, es decir los relacionados con el agua, la deforestación, la biodiversidad y los servicios ecosistémicos.
Más de la mitad del PIB mundial depende alta o moderadamente de la naturaleza, que se degrada aceleradamente. De acuerdo al Informe Planeta Vivo solo en 50 años (1970-2020) el tamaño medio de las poblaciones de vertebrados (mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces) ha sufrido una disminución del 73 %, generando un riesgo para el funcionamiento de los ecosistemas, y, en consecuencia, para el sistema económico y social.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad (COP16) celebrada en Cali (Colombia) ha finalizado con algunos avances en términos de conservación inclusiva al acordar un espacio permanente de participación para pueblos indígenas, el reconocimiento de los pueblos afrodescendientes y la creación de un fondo para distribuir los beneficios del uso de los recursos genéticos de biodiversidad. Sin embargo, las discusiones sobre la creación de un fondo de biodiversidad más amplio, que permita impulsar los objetivos del Marco Global Kunming-Montreal sobre biodiversidad fueron suspendidas.
En términos de transición del sistema financiero quedan muchos desafíos pendientes, en especial el impulso decisivo de procesos que alineen los flujos financieros públicos y privados con la necesaria protección y recuperación de la naturaleza, considerando la enorme brecha de alrededor de 700 mil millones de dólares de inversión.
«Los reguladores y supervisores del sector financiero aún no incorporan suficientemente en sus políticas y marcos de supervisión los riesgos climáticos, y aún menos los relativos a la naturaleza, es decir los relacionados con el agua, la deforestación, la biodiversidad y los servicios ecosistémicos».
¿Por qué es importante el riesgo de la naturaleza para las aseguradoras?
De acuerdo al informe SUSREG 2024,[1] los países no integran suficientemente los riesgos de la naturaleza en su supervisión bancaria y de seguros, y específicamente los 10 países con mayor biodiversidad están muy rezagados en la integración de estos riesgos en la supervisión del sector asegurador.
A medida que los ecosistemas continúan degradándose, las aseguradoras enfrentan riesgos financieros cada vez mayores en sus carteras de suscripción e inversión. La degradación de estos ecosistemas no solo aumenta la probabilidad de desastres naturales, sino que también amenaza la sostenibilidad de las industrias que dependen de estos recursos, aumentando así el riesgo de pérdidas financieras significativas para las aseguradoras.
Los supervisores financieros y las aseguradoras deberían asumir un papel más proactivo en la integración del riesgo de la naturaleza
Los supervisores del sector asegurador deben adoptar un enfoque de precaución e incorporar el riesgo relacionado con la naturaleza en todas las medidas de supervisión prudencial: en la gestión y el control de riesgos, en requisitos de capital adicionales y en modelos de pruebas de resistencia para garantizar la resiliencia ante escenarios adversos. Para ello, es importante avanzar en el desarrollo e implementación de marcos y metodologías para medir estos riesgos y sus impactos.
Si bien queda trabajo por hacer, iniciativas como el Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con la Naturaleza (TNFD, por sus siglas en inglés), Encore y el Biodiversity Risk Filter y el Water Risk Filter de WWF, han comenzado a abordar estos desafíos. Los supervisores financieros deben asumir un papel más proactivo en el avance de metodologías para la medición de estos riesgos, teniendo en cuenta la estabilidad financiera y la sostenibilidad ambiental en el largo plazo.
Los planes de transición climáticos y de la naturaleza diseñados por las empresas a partir de objetivos basados en la ciencia, son una herramienta crucial de gestión de riesgos. Se espera que estos planes comiencen a ser divulgados como parte de la implementación de la Directiva sobre reporte de información de sostenibilidad de las empresas (CSRD, por sus siglas en inglés), debido a la importancia de la naturaleza para el desarrollo de gran parte de las actividades económicas de la mayoría de las empresas sujetas a esta norma, entre ellas las mayores empresas de seguros.
Estos planes deberían evitar la financiación perjudicial para el medio ambiente, al mismo tiempo que reconducen la financiación hacia la sostenibilidad climática y de la naturaleza, considerando también las necesidades de adaptación climática y el potencial de las soluciones basadas en la naturaleza. Los supervisores pueden orientar y evaluar la implementación de estos planes, reduciendo la posibilidad del greenwashing o lavado verde, y garantizando la integridad y la transparencia con el fin último de impulsar una transición efectiva de las finanzas.
[1] El informe SUSREG 2024 de WWF, ha sido reconocido con el «ISAR Honours 2024» por la UNCTAD, que promueve las mejores prácticas nacionales e internacionales en materia de sostenibilidad.