Redacción ‘MS’- El Día Mundial de la Neumonía, recuerda cada 12 de noviembre en todo el mundo la importancia de esta patología, de gran prevalencia y con una incidencia entre 3 y 5 casos por cada 1.000 habitantes y año. Se calcula que la neumonía causa 10.000 muertes anuales. Asimismo, en España, entre el 20 y el 40% de las neumonías en personas adultas requieren hospitalización. La neumonía es una infección que afecta a los pulmones y puede ser causada por diferentes tipos de microorganismos, como bacterias, virus u hongos.
Según explica el Dr. Julio Pérez Izquierdo, neumólogo de IMQ, en relación a las causas de esta enfermedad, «la bacteria más común que causa neumonía es Streptococcus pneumoniae, también conocida como ‘neumococo’, para la cual existen diferentes vacunas. Otros tipos de bacterias, como Haemophilus influenzae y Legionella pneumophila, también pueden ser responsables de la enfermedad».
En cuanto a los virus, el virus de la gripe es una de las principales causas de neumonía viral, «aunque no podemos olvidarnos del gran protagonista de los últimos años, el SARS-CoV-2, más conocido como COVID-19. Además, el virus respiratorio sincitial y los adenovirus también pueden desencadenar la enfermedad. Por último, los hongos, como Candida y Aspergillus, pueden causar neumonía en aquellas personas con sistemas inmunológicos debilitados», apunta el especialista.
Factores de riesgo
Cualquier persona puede contraer neumonía, incluso aquellas que gozan de buena salud y buen estado físico. Sin embargo, existen varios factores de riesgo que pueden aumentar las probabilidades de desarrollar neumonía. Entre ellos se encuentra la edad, ya que las personas mayores de 65 años y niñas y niños pequeños menores de 5 años «tienen un mayor riesgo de contraer neumonía debido a que sus sistemas inmunológicos son más vulnerables».
También, el tabaquismo puede facilitar que el desarrollo de la neumonía, tanto para la persona fumadora activa como pasiva, «ya que el humo del tabaco debilita las vías respiratorias y reduce la capacidad del sistema inmunológico para combatir infecciones», añade el Dr. Julio Pérez Izquierdo. Otros problemas médicos, como pueden ser las enfermedades crónicas como la diabetes mellitus o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica o EPOC, también aumentan el riesgo de neumonía.
Pacientes con el sistema inmunológico debilitado, ya sea debido al VIH/sida como a tratamientos oncológicos o trasplantes de órganos, también presentan un riesgo mayor. «Estos pacientes suelen ser la diana de las neumonías causadas por hongos». Además, el neumólogo de IMQ cita como factores de riesgo «la exposición a agentes contaminantes ambientales, la estancia prolongada en hospitales y la residencia en centros de cuidados. Todos los factores se han de tener en cuenta a la hora de identificar la neumonía y su posible causa».
Síntomas y diagnóstico
La mayoría de los síntomas de la neumonía se pueden confundir con los de otras enfermedades. La tos es uno de los síntomas más comunes, pudiendo ser seca al principio, pero luego se vuelve productiva, es decir, se produce flema o mucosidad. Además, la inflamación de los pulmones y la acumulación de líquido pueden dificultar la respiración normal, causando sensación de falta de aire o dificultad para respirar profundamente y dolor en el pecho al respirar o toser. Otro de los síntomas más comunes es la fiebre alta, pudiendo sobrepasar los 38 ºC. Algunas personas con neumonía pueden experimentar episodios de escalofríos y sudoración profusa, especialmente acompañando a la fiebre. También es posible presentar dolor de cabeza, pérdida de apetito y debilidad generalizada.
«El diagnóstico de la neumonía se consigue con la evaluación de todos estos síntomas, la auscultación pulmonar, que nos da información sobre la ventilación de ambos pulmones, y las alteraciones de las pruebas complementarias como el análisis de sangre o la radiografía de tórax», explica el Dr. Pérez Izquierdo.
Tratamientos
Los tratamientos para la neumonía varían dependiendo de la causa y la gravedad de la enfermedad. «En la mayoría de los casos que se sospecha una infección bacteriana, se recetan antibióticos para erradicar la bacteria. También se pueden recomendar medicamentos para aliviar los síntomas como la fiebre, la tos y el dolor».
En cuanto a la duración de los síntomas, «la mayoría, como el dolor de pecho y la fiebre, mejoran en pocos días. La tos tarda normalmente 2 ó 3 semanas en desaparecer, pero el cansancio y la debilidad pueden tardar hasta 6 meses en desaparecer por completo. Es importante descansar y mantener una buena hidratación durante el tratamiento. En casos más graves, la neumonía puede causar insuficiencia respiratoria aguda y precisar de ingreso hospitalario para recibir aporte suplementario de oxígeno y tratamiento intravenoso», pone de relieve el neumólogo de IMQ.
Complicaciones y mortalidad
Conviene mencionar que la neumonía puede acarrear complicaciones graves, como la extensión de la infección a la sangre, causando la conocida como ‘sepsis’. Esto ocurre hasta en un tercio de los casos, cuya mortalidad es superior a la de un infarto. En cualquier caso, es importante completar el tratamiento para asegurar una recuperación completa. Aunque la mayoría de las personas afectadas por esta enfermedad mejora, si la neumonía es muy grave, puede producirse el fallecimiento, incluso con el mejor tratamiento. Además, la neumonía deteriora la calidad de vida de los y las pacientes de manera significativa, ya que suele tratarse de personas de edad avanzada.
Para el Dr. Pérez Izquierdo, es importante destacar que, aunque la neumonía «sigue siendo una causa importante de mortalidad, ésta se ha reducido en los últimos años gracias a los avances en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad. Sin embargo, la prevención sigue siendo clave. Vacunarse contra la COVID-19, la gripe y el neumococo reduce el riesgo de desarrollar neumonía. Se calcula que la vacuna de la gripe evita alrededor del 39% de las muertes. Estas vacunas también han contribuido a disminuir la gravedad de las enfermedades en aquellos que las contraen, evitando complicaciones y hospitalizaciones. Además, se ha observado una disminución en la transmisión de la enfermedad, lo que ayuda a proteger a toda la comunidad».
Vacunas e higiene
Las comunidades autónomas han ido incorporando la financiación de la vacuna del neumococo en los calendarios oficiales. Existen dos tipos de vacunas contra el neumococo: la vacuna polisacárida de 23 serotipos (VNP23) y la vacuna conjugada de 13 serotipos (CNC13). Mientras que la primera tiene un espectro más amplio, la segunda tiene «memoria» (no necesita un recordatorio a los cinco años como la VNP23). Estas vacunas están recomendadas para personas adultas mayores de 65 años y para personas de 2 a 64 años con ciertos problemas médicos, como enfermedades pulmonares crónicas o inmunodeficiencias. Es importante tener en cuenta que estas vacunas no sólo previenen la neumonía, sino también otras enfermedades causadas por el neumococo, como meningitis u otitis media.
«Además, ahora que las mascarillas faciales han pasado a un segundo plano, mantener una buena higiene de manos y evitar el contacto con personas enfermas son medidas importantes que debemos adoptar para reducir el riesgo de contraer neumonía, así como seguir hábitos de vida saludables para fortalecer el sistema inmunológico», concluye el neumólogo de IMQ.