Mujer con insomnio en la cama mirando el reloj

Insomnio en femenino y apnea en masculino: los trastornos del sueño tienen género en Euskadi

Redacción ‘MS’- Según datos recientes del Departamento de Salud del Gobierno Vasco, casi la mitad de la población vasca (un 46%) sufre algún tipo de trastorno del sueño. Un dato que convierte a Euskadi en una comunidad donde corregir hábitos para poder dormir bien cobra especial relevancia.

El insomnio es el trastorno más frecuente entre las mujeres vascas, mientras que los hombres suelen padecer apnea obstructiva del sueño. ¿Casualidad? No exactamente. Según explica el Dr. Rafael Téllez, neurofisiólogo, psicólogo clínico y responsable de la Unidad del Sueño de la Clínica IMQ Virgen Blanca, «las mujeres tienen un 40% más de probabilidad que los hombres de sufrir insomnio debido principalmente a factores hormonales y al estrés diario por realizar múltiples tareas simultáneamente«. Por otro lado, la apnea obstructiva del sueño afecta mayoritariamente a los hombres, especialmente entre los 50 y los 70 años.

Dormir no es perder el tiempo

A pesar de lo que algunos puedan pensar, dormir no es una pérdida de tiempo ni algo secundario. De hecho, pasamos aproximadamente un tercio de nuestra vida durmiendo; “si llegamos a vivir aproximadamente 85 años, habremos pasado alrededor de 29 años durmiendo. Por ello, es fundamental asegurarnos de que nuestro sueño sea reparador y saludable«, explica el Dr. Rafael Téllez. Durante este tiempo aparentemente inactivo ocurren procesos esenciales para nuestra salud física y mental.

El Dr. Téllez explica que «mientras dormimos se activa nuestro sistema inmune, se produce una limpieza cerebral profunda eliminando toxinas perjudiciales para prevenir enfermedades neurodegenerativas como las de Alzheimer o Parkinson y se libera hormona del crecimiento que ayuda a reparar nuestros tejidos«.

Además, durante el descanso nocturno producimos melatonina, una hormona clave para regular nuestros ciclos circadianos y con propiedades antioxidantes capaces incluso de prevenir mutaciones celulares relacionadas con enfermedades como el cáncer. Dormir bien también activa nuestro sistema parasimpático, responsable directo del proceso reparador tras un día intenso.

¿Qué pasa cuando no pegamos ojo?

La falta crónica de sueño no solo nos pone cara larga por las mañanas o nos hace bostezar inoportunamente; sus consecuencias van mucho más allá. Dormir mal aumenta significativamente el riesgo de padecer enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2 e incluso trastornos mentales como depresión o ansiedad. Además, según advierte el Dr. Téllez, «la privación continuada del descanso nocturno debilita nuestro sistema inmune haciéndonos más vulnerables frente a infecciones».

En Euskadi dormimos menos horas que las recomendadas: solo 6,8 horas diarias frente a las 7-8 horas aconsejadas por especialistas. Un 18% declara dormir menos aún e incluso un preocupante 10% afirma conseguir únicamente tres horas seguidas. Este déficit tiene consecuencias inmediatas como irritabilidad o bajo rendimiento laboral y académico.

Diversos estudios internacionales han constatado, además, que las mujeres necesitan dormir entre 10 y 20 minutos más que los hombres. El Dr. Téllez apunta a razones hormonales: «Durante etapas clave como menstruación o menopausia se producen alteraciones significativas en hormonas femeninas que afectan directamente al sueño«.

De hecho, hasta un 85% de las mujeres menopáusicas sufren despertares nocturnos debido a sofocos. Además, las mujeres presentan mayores tasas asociadas a ansiedad o depresión – condiciones estrechamente ligadas al insomnio– lo que refuerza esta necesidad adicional.

Consejos prácticos para mejorar tu descanso

Desde IMQ recordamos algunas pautas sencillas pero eficaces para lograr un sueño reparador:

  • Mantén horarios regulares, tanto al acostarte como al levantarte.
  • Evita las pantallas electrónicas antes de ir a dormir.
  • Cena ligero, evitando comidas grasas o abundantes.
  • Practica actividad física regularmente, pero evita ejercicios intensos justo antes acostarte.
  • Crea un ambiente relajante: habitación oscura y silenciosa, y temperatura agradable.
  • Si tienes estrés, prueba técnicas relajantes antes acostarte (meditación, respiración profunda).

Si pese a seguir estas recomendaciones continúas experimentando dificultades persistentes para conciliar el sueño o mantenerlo durante toda la noche –o si tu pareja ya no aguanta tus ronquidos– es momento de acudir a profesionales especializados, como quienes integran unidades multidisciplinares dedicadas específicamente al tratamiento integral de patologías relacionadas directamente con alteraciones respiratorias obstructivas tales como roncopatía simple (ronquido) o síndrome de apnea-hipopnea obstructiva (SAHS).

«No debemos normalizar situaciones donde nos despertamos cansados pese a haber dormido suficientes horas; esto indica claramente algún problema subyacente susceptible de ser diagnosticado mediante pruebas específicas«.

Dr. Rafael Téllez de IMQ.