Por Mª Jesús Álava Reyes, presidenta de Apertia-Consulting y de la Fundación María Jesús Álava Reyes. También dirige el Centro de Psicología Álava Reyes y el Instituto de Bienestar Psicológico y Social.
En agosto hablamos sobre la infidelidad y sus consecuencias. Hoy vamos a intentar exponer otro tema crucial: Cómo ganarnos la confianza de los demás.
Resulta curioso, hay personas que nada más verlas parecen inspirarnos confianza, pero también nos puede ocurrir lo contrario, personas que aunque no hayan hecho nada especial, nos suscitan recelo.
En ocasiones. nuestras expectativas se ven confirmadas al cabo del tiempo, pero en otros muchos casos ese juicio de valor prematuro puede impedirnos tener una relación agradable con personas con las que merecía la pena profundizar.
En sentido opuesto, también podemos sufrir en nuestras carnes los efectos de la desconfianza de otras personas.
«Lo mismo ocurre en las organizaciones, con los equipos de trabajo… Funcionarán bien aquellos donde hay confianza entre sus integrantes y serán deficitarios los que no hayan conseguido esos niveles básicos de confianza y lealtad».
Hay una serie de mecanismos por los que las personas nos dan o retiran su confianza. Vamos a tratar de exponer las reglas generales que habitualmente funcionan para casi todo el mundo.
¿Podemos crear un clima de confianza?
Sí que podemos crearlo y, de hecho, si no creamos un clima de confianza, no conseguiremos disfrutar de las relaciones en cualquiera de los ámbitos o esferas de nuestra vida: social, familiar, profesional…
En general, la falta de confianza se nota. Por ejemplo, sentimos incomodidad cuando alguien nos cae bien y vemos que no termina de confiar, que no termina de sentirse bien en nuestra presencia.
Pero recordemos que la confianza no se impone, se facilita y se conquista; por lo que conviene analizar qué podemos hacer para crear y cimentar un clima de confianza.
Claves para conseguir un clima de confianza
- Mostrarnos tal y como somos. No sobreactuar, por el contrario, será importante que nos manifestemos de forma espontánea y relajada.
- Ofrecer seguridad. Resulta crucial que la otra persona sienta que, en ningún momento, vamos a contar lo que ella nos comunica.
- No actuar como si estuviéramos en posesión de la verdad. Mostrar nuestro respeto hacia opiniones y criterios contrarios a los nuestros.
En ningún momento realizaremos juicios de valor; por mucho que no compartamos lo que nos están comunicando.
- Tener la máxima empatía. Nos esforzaremos para ponernos en el lugar de la otra persona, para conocer sus vivencias, sus estamos emocionales, sus condicionantes…, aunque eso no significará que tengamos que identificarnos necesariamente con sus planteamientos.
- Transmitir nuestra actitud de ayuda y colaboración, nunca de crítica agresiva.
- Respetar la palabra que hayamos dado; tanto en los momentos agradables, como en las circunstancias más complicadas.
- Aceptar los comentarios negativos que puedan hacernos sobre nuestra persona. De nuevo insistimos que aceptar no quiere decir compartir; pero aceptar siempre significa respetar.
- En los equipos de trabajo, no traicionar los acuerdos que se hayan adoptado o las palabras que hayamos dado. Pocas cosas suscitan tanta desconfianza, como decir una cosa y actuar de forma distinta, o ponernos de perfil cuando las circunstancias son difíciles.
«Recordemos que la traición es el polo opuesto a la confianza, y quien nos traiciona una vez, tiene muchas opciones de volverlo a hacer».
¿La confianza se basa en la aceptación y el respeto?
Sí, se basa en la aceptación y el respeto. Las pautas que hemos expuesto previamente pueden parecer muy claras, pero a la mayoría de la gente les resulta difícil poder asumirlas, y las más complicadas serán las de ACEPTAR Y RESPETAR a la otra persona. Y es difícil porque tenemos una especie de “voz interior” que, sin darnos cuenta, parece empujarnos en sentido contrario. A la primera de cambio estamos juzgando y, sin el menor recato, nos atrevemos a decirle a la otra persona lo que hace bien o mal; cómo tendría que actuar; incluso, cómo tendría que sentir…
Para crear un CLIMA DE CONFIANZA tenemos que ganarnos esa confianza previamente, y para ello actuaremos con delicadeza, sabiendo observar, escuchar, analizar, respetar… Pero siempre lo haremos sin teatralizar, de forma sencilla, espontánea y cálida.
La otra persona tiene que sentirse relajada para darnos su confianza; y no hay nada que nos relaje tanto como sentir que tenemos enfrente a una persona leal, sincera, comprensiva, generosa y, por encima de todo, una persona sensible y “humana”, que lejos de traicionarnos, nos ayudará en las dificultades.
«Pero, tengámoslo claro: ¡Sin respeto, no hay lealtad!»
¿Cuándo debemos otorgar nuestra confianza?
Cuando después de haber observado, analizado y evaluado a la otra persona, sentimos que podemos dar pequeñas señales de confianza; repito, pequeñas, porque nuestra confianza total se la tendrá que ganar con sus conductas, y eso NO se logra en base a nuestras expectativas o intuiciones. Recordemos que las expectativas con frecuencia no se cumplen.
Las personas de verdad asumirán que la confianza hay que ganársela por el camino de los hechos, no por la vía de la seducción.
¿Qué hacemos cuando nos exigen que confiemos?
En este punto conviene que recordemos que ¡nadie, nadie tiene derecho a forzarnos! Con frecuencia oímos muchas veces frases del estilo a: ¡parece mentira que no confíes en mí! ¡cómo es posible que no me otorgues tu confianza! ¡qué desconfiado/a eres!, ¡así no irás a ninguna parte!… Insisto: La confianza, como los sentimientos, no se fuerzan; se sienten o no se sienten. Y, dada la implicación emocional que tienen, una vez que los sentimos, no vendrá de más comprobar que no nos hemos equivocado; porque habitualmente sentimos con el corazón, no con la razón, y… ¡a veces pagamos por ello precios muy altos; el precio de nuestras emociones dañadas, el dolor del desengaño o el sufrimiento de la traición!
No estoy haciendo un llamamiento a la desconfianza; lo que quiero transmitir es que nuestra confianza es muy valiosa, tan valiosa como a veces peligrosa; pues nos deja con el corazón abierto, casi sin defensas y, salvo que tengamos una confianza sin límites en nosotros/as mismos/as y una autoestima por las nubes, será mejor que cuidemos y seleccionemos bien a quien otorgamos nuestra confianza.
Reflexión final (*)
«Confía… en ti. Cuando tengas inquietud, confía en ti; cuando sientas miedo, confía en ti; cuando alguien te falle, confía en ti; y cuando tengas dudas sobre la actuación de los que te rodean, confía en ti».
(*) Reflexión del libro de María Jesús Álava: Saca partido a tu vida. Editorial La Esfera de los Libros.