La tristeza

La tristeza

Por Mª Jesús Álava Reyes, presidenta de Apertia-Consulting y de la Fundación María Jesús Álava Reyes. También dirige el Centro de Psicología Álava Reyes y el Instituto de Bienestar Psicológico y Social

La tristeza es una emoción muy profunda, que nos influye en nuestro estado anímico y que cuando se prolonga en el tiempo, se convierte en un sentimiento que nos embarga, nos ahoga y nos impide ser felices.

En el mundo que nos rodea, tenemos muchos motivos para sentirnos tristes; sin duda son tiempos muy complicados, que parecen ponernos a prueba a toda la humanidad.

Hoy hablaremos de esa tristeza tan presente y tan difícil de sobrellevar; esa tristeza que invade y provoca ese vacío tan profundo, en medio de los ruidos y el ajetreo de la vida cotidiana.

¿La tristeza es personal, o hay una tristeza universal?

La tristeza es muy personal, cada persona siente la tristeza de un modo diferente, pero para la mayoría de la gente tristeza significa vacío, soledad, abatimiento…

«Las tristezas más universales son las reactivas; es decir, las que sobrevienen a consecuencia de algún acontecimiento o situación difícil. Dentro de las tristezas reactivas, las más fuertes suelen ser las motivadas por la pérdida de un ser querido (pérdida real, físicamente se ha muerto, o pérdida emocional, la persona ya no se siente querida)».

Pero también hay tristezas crónicas. personas que permanentemente están tristes, que difícilmente están bien y que parecen inmersas siempre en un estado de abatimiento. Cuidado, porque a veces esa tristeza crónica es un lastre, que no solamente no ayuda a quien la padece, sino que además quema a quienes están alrededor.

¿Cuáles son las tristezas que más nos desbordan, que nos resultan más dolorosas?

Entre las tristezas que nos desbordan, están las pérdidas de un ser querido y la peor pérdida es la que padecen los padres cuando se le muere un hijo (huérfilos).  A continuación vendrían las tristezas provocadas por pérdidas muy importantes en nuestra vida, ahí tendríamos la pérdida de tu pareja, cuando el sentimiento de amor aún es pleno y está vigente, la pérdida de un hermano o hermana con quien te une una relación muy especial, la pérdida del progenitor más querido (puede ser el padre o la madre), la pérdida de un familiar o un amigo muy entrañable.

Quizás a algunas personas les extrañe que haya puesto por delante la pérdida de un hermano o hermana entrañable, antes que la pérdida de los padres, pero la experiencia nos demuestra que mientras tenemos claro que lo habitual será que en algún momento perdamos a nuestros padres; sin embargo, nos resulta muy desgarrador perder a ese hermano con el que hemos pasado los años más especiales de nuestra vida: nuestra niñez, adolescencia, juventud y con el que seguimos muy unidos en la etapa adulta. Ese hermano o hermana que pertenece a nuestra misma generación y con quien, con frecuencia, compartimos las mejores vivencias y las mejores amistades.

En las tristezas causadas por la muerte de un ser querido, será crucial respetar el  duelo de estas personas.

Pero también hay otra tristeza muy profunda es cuando sentimos que hemos decepcionado profundamente a alguien y hemos producido un desengaño irreparable.

Finalmente, otra tristeza muy dolorosa sucede cuando nos culpabilizamos de algo que no nos perdonamos (haber hecho daño a alguien muy querido) o cuando hemos perdido la confianza en nosotros mismos o en otras personas.

Recordemos que cuando nos sentimos culpables, con frecuencia nos autocastigamos.

¿Cómo diferenciamos la tristeza de la melancolía?

La tristeza puede llevar a la desesperanza. En estos casos, cuando perdemos la esperanza, la tristeza se apodera de nuestras emociones y nos dificulta en extremo la salida.  Si no tienes esperanza, no luchas por salir de esa tristeza.

«Pero cuando la tristeza se convierte en añoranza de algo o de alguien, adquiere la forma de melancolía. Muchas personas pasan de la tristeza a la melancolía o viceversa».

Decíamos el mes pasado que no es fácil que nos abandone la melancolía, pues con frecuencia la recreamos y la actualizamos cada vez que pensamos en el objeto o la causa de nuestra melancolía.

Muchas personas nos comentan que esa melancolía ha pasado a formar parte inseparable de sus vidas.

En el fondo, melancolía significa falta de aceptación del presente, añoranza de algo que ya no tenemos y resistencia a aceptar nuestra realidad.

¡Cuidado! porque la melancolía puede llevar a una tristeza y una bajada de ánimo tan profundo, que puede desembocar en depresión.

Qué hacer para superar la tristeza

Hay una serie de acciones que nos ayudarán a superar la tristeza y nos permitirán extraer las principales enseñanzas:

  • Intentar animarnos.
  • No machacarnos.
  • Perdonarnos.
  • No regañarnos constantemente. No traer a nuestra mente aquello que nos pone triste.
  • Llenarnos de actividades, a ser posible agradables. Lo que llamamos “terapia ocupacional”.
  • Hacer ejercicio: deporte, bailar, cantar…
  • Buscar cosas que nos ilusionen.
  • Obligarnos a quedar con amigos y personas que nos transmitan positividad y alegría.
  • Escribir todas nuestras cualidades, y leerlas en los momentos más bajos.
  • Mirarnos con brillo, con fuerza, pero, especialmente, mirar a los niños, observarlos, jugar con ellos y aprender de su energía, de su entusiasmo y de su ilusión permanente

En definitiva, recuperar la esperanza. Para ello, miremos con luz y el brillo de la esperanza apagará la tristeza.

Reflexiones

Termino con dos reflexiones sobre la tristeza, de mi libro «Saca partido a tu vida»:

  • Cuando necesites llorar, cuando te sientas triste y cuando la desolación y el desánimo te invadan, abrázate. Abrázate siempre que necesites sentir calor, afecto, cercanía y esperanza. Abrázate cuando te sientas vulnerable y llénate de tu mejor compañía y de todo tu amor.
  • La tristeza puede ser contagiosa, pero su mejor antídoto es la ilusión. Busca siempre una ilusión que te anime, te estimule y alegre tu corazón.