Por Mª Jesús Álava Reyes, presidenta de Apertia-Consulting y de la Fundación María Jesús Álava Reyes. También dirige el Centro de Psicología Álava Reyes y el Instituto de Bienestar Psicológico y Social.
Las críticas forman parte de nuestro día a día, pero muchas personas se sienten incómodas cuando las reciben o cuando las formulan.
Si lo pensamos un poco, resulta muy chocante. Nos pasamos parte de nuestra vida criticando o escuchando críticas y, sin embargo, la mayoría de las veces lo hacemos de forma poco reflexiva y poco conveniente. En realidad, parece más un desahogo, incluso un acto impulsivo, que una actitud serena y reflexiva que nos ayude a comunicarnos mejor.
En definitiva, criticar bien no es algo sencillo y sus consecuencias pueden ser importantes.
En este artículo vamos a intentar reflexionar sobre cómo hacer críticas de forma constructiva.
Principios a considerar antes de formular una crítica
En muchas ocasiones las críticas se hacen de forma destructiva, impositiva e intimidatoria. Los resultados son evidentes; la persona difícilmente puede encajar como constructivo, lo que siente como agresión.
Si queremos que las críticas no sean un impedimento a nuestra comunicación; conviene que nos centremos en los objetivos de la crítica, para que nuestra conducta sea la apropiada.
En primer lugar, si somos razonables, cuando formulamos una crítica lo hacemos porque:
- Nos sentimos incómodos y queremos cambiar una situación que nos molesta o preocupa.
- Pretendemos salvar la relación con la persona a quien hacemos la crítica. No queremos que se produzca un deterioro en nuestra comunicación con ella. Intentamos facilitar a nuestro interlocutor la aceptación de la crítica.
Hay dos principios fundamentales que no debemos olvidar:
- Hacer una crítica implica expresar los sentimientos de molestia o disgusto con el comportamiento de alguien, de una manera no agresiva.
- Hacer una crítica no implica necesariamente que la persona vaya a cambiar su comportamiento.
Recomendaciones de cómo hacer críticas
- Seamos breves. Una vez que se ha expresado lo que se quería decir, no hay que darle más vueltas.
- Evitemos hacer acusaciones, dirigiendo la crítica a la conducta y no a la persona. Por ejemplo: “me ha molestado esto que has hecho”, en vez de “es que tú eres muy…”
- Pediremos un cambio de conducta específico. Un cambio pequeño, observable y realista. Por ejemplo: “quisiera que llegases a la hora que hemos quedado”, “quisiera que no me insultases”.
- Expresaremos los sentimientos negativos en términos de nuestros propios sentimientos, en primera persona y no en términos absolutos. Por ejemplo: “me siento mal cuando me hablas así”, en lugar de: “hablar así es algo muy feo”.
- Cuando sea posible, empezaremos y acabaremos la conversación en un tono positivo.
- Estaremos dispuestos a escuchar el punto de vista de la otra persona. Terminaremos la conversación si vemos que puede acabar en riña.
- A la hora de responder a una crítica es importante el tono con el que se hace, ya que la persona a la que se está criticando no tiene que sentirse agredida.
Principales errores a la hora de formular críticas
- Lo hacemos en momentos poco propicios.
- Elegimos lugares inapropiados.
- Lo realizamos cuando el estado emocional de nuestro interlocutor no es el más adecuado. Se siente débil o irritado, agresivo, inhibido…
- También erramos cuando nuestro estado emocional no alcanza el control y el equilibrio deseado.
- Nuestra Conducta No Verbal manifiesta tensión, agresividad…
- No damos mensajes de Escucha Activa.
- Nos encerramos en nuestro criterio y no tratamos de comprender lo que siente nuestro interlocutor.
- Realizamos acusaciones, amenazas y/o exigencias. Son mensajes típicos en los que decimos “Tú tienes la culpa de…”.
- Pronunciamos generalizaciones que invalidan el contenido de la crítica: “Siempre…, nunca…, todo…”. Ejemplo: “Siempre haces lo mismo”, “Nunca escuchas”, “Todo lo haces mal”…
- Utilizamos etiquetas de forma indebida. Ejemplo: “Eres un vago, un desastre, un inútil…”
- Formulamos preguntas agresivas, llenas de reproches. Ejemplo: “¿No te da vergüenza…?”
- Empleamos frases del estilo a: “Deberías hacer tal cosa”; “Tendrías que asumir…”; “Sería necesario que te dieras cuenta…”.
- Realizamos comparaciones: Con nosotros, con otras personas…
- Mandamos mensajes sin fuerza, inconsistentes: Exigimos lo que nosotros no hacemos. Ej. No se te ocurra fumar, es malo para la salud (pero nosotros fumamos).
- Damos consejos innecesarios, que no nos han pedido y que contribuyen más a alejarnos, que a acercarnos a nuestro interlocutor. A veces hacen referencia a nuestra historia personal. Ej. “Cuando a mí me pasó algo parecido, lo que yo hice fue…”
- No damos valor a mensajes que pueden ser importantes para las otras personas. Ejemplo: “No pasa nada, eso es una tontería”. En este sentido, aunque para nosotros sea absurdo, debemos respetarlo.
- Emitimos juicios de valor. En realidad, ¿quiénes somos nosotros para juzgar la conducta de nadie?
- Nos permitimos hacer diagnósticos sobre la forma de ser o de actuar de nuestro interlocutor. Ejemplo: “Como tú no le das importancia al dinero, derrochas y malgastas todo lo que tienes…”.
- Potenciamos enfrentamientos sobre hechos ya pasados, que han provocado diversas interpretaciones.
- Por encima de todo, intentamos mantener o justificar nuestros criterios.
Podríamos seguir enumerando errores y errores; pero lo importante es ver con qué frecuencia se cometen o los cometemos. En estas situaciones que hemos descrito, no tiene nada de extraño que las críticas se vivan o las vivamos de forma negativa.
Ejemplo práctico: Cuando alguien no cumple con sus compromisos
Sin duda, un ejemplo práctico nos servirá de gran ayuda. Imaginémonos cómo podemos comportarnos después de que un amigo se comprometió a sacar entradas para el teatro y finalmente se le olvidó y esto, en él, es habitual.
No sería extraño que al verlo, con GESTO serio y con un VOLUMEN de voz más alto que el habitual, le dijéramos algo parecido a: “¡Vaya!, otra vez lo has vuelto a hacer. Eres insoportable; siempre dejas todo empantanado; estoy hasta el último pelo de tus olvidos. La próxima vez no se me ocurrirá contar contigo”..
Si observamos con detalle, reconoceremos en este MENSAJE muchos de los Errores que acabamos de exponer: Acusaciones, amenazas, exigencias; uso de etiquetas: “eres insoportable”; empleo de generalizaciones: “siempre dejar todo empantanado”; autorrevelaciones negativas, tono amenazante: “La próxima vez…”.
Por el contrario, si queremos conseguir que nuestro amigo se entere de lo que provoca en nosotros sus olvidos y, sobre todo, queremos que deje de cometerlos; será más eficaz que, con GESTO suave y utilizando un VOLUMEN medio, le digamos: “Fulanito (le llamaremos por su nombre), cuando no haces lo que te has comprometido pienso que no respetas nuestros acuerdos, y eso me molesta. Si hemos quedado que tú sacarías las entradas, te agradecería que hicieras el esfuerzo de hacerlo, y si no puedes, dímelo para que las saque otra persona y podamos hacer el plan previsto”.
En esta versión hemos demostrado autocontrol emocional; hemos descrito perfectamente la situación “Cuando no haces lo que te has comprometido…”; hemos expresado con claridad nuestros sentimientos: “eso me molesta…”; hemos enviado mensajes de autorrevelación: “Pienso que no respetas…”, y hemos hecho peticiones con “Mensajes donde el Yo juega un papel crucial”: “Te agradecería que…”.
Pero no nos agobiemos, no pensemos que es imposible hacer una buena formulación de críticas. Estos recursos nos ayudarán a formular las críticas correctamente y a lograr los objetivos que nos proponíamos al hacerlas.
Quizás en otro programa podamos abordar la otra parte: Cómo encajar críticas de forma positiva y cómo desactivar las críticas manipuladoras.
Reflexión Final
Cuando nos dicen que hemos hecho algo mal, es humano que lo acusemos, pero es importante distinguir un juicio negativo, sincero y con ánimo de ayudar, de una crítica destructiva. La primera nos ayuda a mejorar; con la segunda pondremos distancia emocional.
Nota final.- Si queremos profundizar en este tema, tenemos el libro de María Jesús Álava Reyes: “Emociones que hieren”. Editado por La Esfera de los Libros.