Por Bárbara Rey, fundadora de Longevity Initiatives y colaboradora del Instituto Santalucía
Ya nadie duda de que la población está envejeciendo (la proporción de mayores de 80 años casi se duplicó entre 2001 y 2020 según el INE) y que este es uno de los grandes desafíos a los que nos enfrentamos como sociedad. Pero envejecemos de forma muy diferente. Los hombres y mujeres se enfrentan a una realidad distinta en cuestión de enfermedades, paro/empleo, esperanza de vida o, incluso, relaciones sociales.
Si hablamos de salud, las mujeres viven más que los hombres. Aunque nacen más hombres que mujeres, a partir de los 50 años, esta proporción comienza a invertirse: a partir de los 65 años, hay un 32% más de mujeres mayores que de hombres.
Además, su esperanza de vida es cinco años mayor. A partir de 65 años, la esperanza de vida es de 23 años más para las mujeres y 19 para los hombres. Mirando la esperanza de vida saludable, solo el 44% de las mujeres mayores de 65 años viven con buena salud mientras que en los hombres asciende al 54%.
Las mujeres sufren más enfermedades crónicas que los hombres. La artrosis y la depresión predominan en mujeres, además, desarrollan hipercolesterolemia, hipertensión, diabetes, ansiedad y depresión. Las mujeres tienden a sufrir más enfermedades mentales debido a una mayor incidencia de factores de riesgo. Entre ellos, vivir en soledad (son más las mujeres que viven solas que los hombres debido a su mayor longevidad), atravesar un duelo (suelen enviudar antes que los hombres) o sufrir enfermedades físicas, crónicas y patologías múltiples, que agravan la situación.
Por otro lado, tienen peor valoración de su propia salud. Solo el 40% de las mujeres mayores valora positivamente su salud, una cifra que se eleva hasta el 52% de los hombres.
Debido a todo lo anterior, las mujeres necesitan más cuidados. Y, a su vez, ellas son las grandes cuidadoras.
«Las mujeres tienden a sufrir más enfermedades mentales debido a una mayor incidencia de factores de riesgo».
Si nos referimos al patrimonio, y en plena reforma del sistema de pensiones español, la pensión media de las mujeres es un 30% menor que la de los hombres. Las causas son múltiples y esta situación se irá solventando cuando la generación baby boom acceda a las pensiones. De momento, esta brecha existe y es amplia. Las mujeres se jubilarán por más tiempo (de media unos 25.5 años), mientras que los hombres lo estarán durante 21.5.
Por otro lado, hay menor tasa de empleo entre mujeres. Aunque la brecha se ha reducido en los últimos años, entre mujeres de más de 55 años sigue siendo de casi 15 puntos respecto a los hombres. Además, la tasa de paro es 3,5 puntos mayor a la de los hombres. Y si nos centramos en las personas mayores de 54 años, la diferencia es un poco menor, de 2,5 puntos.
Las diferencias salariales también son notables: las mujeres ganan algo menos que los hombres. De media, un 2% menos, aunque esa brecha se agranda a partir de los 65 años, elevándose hasta un 5%. En las edades entre 45 a 64 años, son las mujeres las que ganan un 2% más que los hombres.
Aquí se ven los efectos del acceso de la mujer a la educación de la generación baby boom. De hecho, ellas tienen mejor nivel de educación. En el año 2020, un 37% de hombres y 43% de mujeres tenían un nivel de formación de primero y segundo de educación superior y doctorado. Las mujeres, especialmente las más jóvenes, tienen mayor nivel educativo. Una buena noticia.
Por último, en el campo de las relaciones, las mujeres suelen asumir el rol de cuidar los vínculos familiares, amistades y de comunidad. Aunque las barreras de género se van borrando, las mujeres siguen siendo las principales cuidadoras y muchas veces se ven atrapadas por la «generación sándwich”. Esta situación la viven las mujeres entre 35 y 55 años que se ven obligadas a cuidar a sus hijos mientras atienden a sus padres y/o suegros, encontrándose en medio de dos compromisos.
«Las diferencias salariales también son notables: las mujeres ganan algo menos que los hombres. De media, un 2% menos, aunque esa brecha se agranda a partir de los 65 años, elevándose hasta un 5%. En las edades entre 45 a 64 años, son las mujeres las que ganan un 2% más que los hombres».
Las mujeres que protagonizan esta situación están sometidas a un nivel muy alto de estrés. Sobre ellas recae, además, la necesidad de cuidar la casa y también de su trabajo. El impacto a nivel psicológico, físico, económico y social es enorme. En muchos casos, la mujer se descuida a sí misma, por lo que aumentan los niveles de ansiedad, depresión y otras enfermedades relacionadas.
En definitiva, conocer estas diferencias entre ambos géneros nos ayudará a eliminar las brechas que se están produciendo. Está en nuestra responsabilidad crear un mañana más responsable y sostenible.