Redacción ‘MS’- Cada 13 de enero se conmemora el Día Mundial de Lucha contra la Depresión, una enfermedad mental común que puede llegar a ser grave e, incluso, llevar al suicidio. A pesar de todos los esfuerzos que los agentes sanitarios realizan desde hace años para prevenir la depresión, ésta sigue siendo un problema al alza. Tanto es así que el reciente Informe Anual del Sistema Nacional de Salud 2022, publicado a finales del año pasado, señala que la prevalencia de trastornos depresivos por cada 1.000 habitantes ha pasado de 39,1 en el año 2016 a 46,8 en 2021, lo que supone un incremento del 20% en este periodo. Así lo detalla IMQ a través de un reciente comunicado.
En el caso de Euskadi, este mismo informe del ministerio de Sanidad recoge que, en lo referido al conjunto de problemas de salud mental, la prevalencia de éstos para Euskadi se sitúa en 293,2 casos por cada 1.000 habitantes, una de las más bajas del Estado, cuya media alcanza los 357,2.
Tal y como recuerda el psiquiatra José Mariano Galletero, director médico de IMQ Amsa, centro especializado en psiquiatría y salud mental, «la depresión tiene como principales síntomas una tristeza intensa y desmotivación vital que implica una falta de ilusión por realizar actividades que antes eran fuente de bienestar, así como dificultad para llevar a cabo acciones de la vida cotidiana».
La depresión grave afecta a 230.000 personas en España, según la Encuesta europea de salud, con datos relativos a 2020. Esta investigación muestra que la prevalencia de cuadros depresivos entre la población de 15 y más años y la severidad de la sintomatología depresiva alcanza el 5,4% de la población, lo que supone un total de 2,1 millones de personas. De ellas, se considera que tienen trastornos graves unas 230.000, debidos a la severidad de los síntomas.
Asimismo, es reseñable que la prevalencia de esta patología de salud mental en mujeres duplica a la de hombres (7,1% frente a 3,5%), y los casos con severidad grave en mujeres suponen 3,5 veces los que se dan en hombres.
En cuanto a la actividad económica, los cuadros de depresión mayor son más frecuentes en personas sin capacidad para trabajar, personas que realizan labores del hogar y persona jubiladas o prejubiladas, aunque esta patología de salud mental alcanza a todos los grupos de población y franjas etarias.
Importancia de la detección precoz
Según pone de relieve el Dr. José Mariano Galletero, el diagnóstico temprano de los síntomas en una persona que muestra un cuadro depresivo «posibilitará una ayuda eficaz, acelerará el retorno al nivel de funcionamiento previo y reducirá mucho sufrimiento innecesario, porque uno de los factores de buen pronóstico a la hora de responder a un tratamiento antidepresivo es el inicio precoz de éste».
Entre los síntomas que pueden evidenciar la existencia de un cuadro depresivo, se pueden citar la aparición de un repentino aislamiento en personas estables, tristeza, apatía, anhedonia, poco apetito, poca conversación con personas cercanas, problemas para conciliar el sueño y otros. «Son cambios en los que se detecta que hay un ‘antes’ y un ‘después’», destaca el director médico de IMQ Amsa.
El experto añade que «la depresión no constituye un error, una debilidad o una falta, sino que se trata de una enfermedad como puede ser la gripe o la diabetes. Su solución no está en superarse, poner buena cara o dominarse; ni tampoco en resignarse y aceptar el sufrimiento, sino en el seguimiento de un tratamiento adecuado, específicamente indicado, administrado y supervisado por un terapeuta experto. En el momento en que los síntomas generan un malestar psicológico y un impacto en la vida cotidiana es importante valorar la necesidad de pedir ayuda».
En este sentido, la psicóloga María del Palacio, coordinadora de la Unidad de Día de Trastornos de Personalidad, Ansiedad y Depresión de IMQ Amsa, pone de manifiesto que tanto en episodios leves como en casos graves de este tipo de trastorno afectivo, «en IMQ Amsa un equipo multidisciplinar realiza una primera evaluación del estado físico y mental de la persona para descartar la existencia de otras enfermedades. A continuación, elaboramos un estudio de los factores ambientales, psicológicos o bioquímicos que pueden haber conducido al estado depresivo, de cara a orientar la terapia de forma adecuada. En función del diagnóstico y de cada situación personal, se puede optar por terapias ambulatorias o, cuando es necesaria, la hospitalización».
Con respecto al abordaje de la enfermedad y su tratamiento, existen dos tipos de abordajes: el farmacológico y psicoterapéutico, que se emplean según las necesidades y características de cada caso, sin olvidar la importancia de los ámbitos social y familiar para el tratamiento.
«El tratamiento farmacológico trata de resolver los cambios bioquímicos que se producen en el episodio depresivo en el cerebro, tratando de incrementar los niveles de serotonina. Por otro lado, la psicoterapia trata los problemas psicológicos, de personalidad, laborales o familiares, es decir, todos aquellos factores externos que pueden estar incidiendo en el cuadro depresivo», explica el Dr. Galletero.
El psiquiatra concluye señalando que, a pesar de que pueda existir algún caso de depresión resistente, «en general, con los tratamientos que se dispensan se curan entre el 70 y el 90% de las personas con este tipo de trastornos. No obstante, debido a que pueden existir recaídas, se ha de realizar un seguimiento continuo».