Redacción ‘MS’- La Academia de Ciencias Médicas de Bilbao (ACMB) e IMQ han celebrado en el Colegio de Médicos de Bizkaia, en Bilbao, una mesa redonda bajo el título ‘Análogos GLP-1, una revolución en el tratamiento de la diabetes, la obesidad y las patologías asociadas’. Dado el carácter multidisciplinar de la Academia (que este año cumple su 130.º aniversario), participaron en la mesa redonda especialistas en endocrinología y nutrición, farmacia, cardiología, neumología y aparato digestivo-hepatología. El acto fue inaugurado por Agurtzane Ortiz, presidenta de la Academia. Así lo detalla IMQ a través de un reciente comunicado
La doctora Beatriz Astigarraga, médico especialista en Endocrinología de Endoclinik Bilbao, presidenta de IMQ y vocal de la Junta Directiva de la ACMB fue la primera en intervenir. Al principio de su alocución, puso de relieve la importante prevalencia mundial de la obesidad, señalando que en 2022, alrededor del 16% de los adultos de 18 años o más en todo el mundo eran obesos y que la prevalencia de la obesidad en todo el mundo aumentó en más del 100% entre 1990 y 2022. Asimismo, en el ámbito pediátrico destacó que se estima que, en 2022, 37 millones de niños menores de 5 años tenían sobrepeso.
La presidenta de IMQ, aludiendo a la relación entre la obesidad y la diabetes, puso de manifiesto que «más del 80% de los pacientes con diabetes mellitus tipo 2 son obesos» y que «el 35% de las personas con obesidad presentan también esta patología».
A continuación, efectuó un repaso por los fármacos con ‘efecto incretina’ (péptidos intestinales que aumentan la secreción de insulina), aludiendo a la liraglutida, la semaglutida y la tirzepatida, valiéndose para ello de un repaso de la literatura científica más actual. «Los agonistas del GLP-1 y el GIP (receptor del péptido similar al glucagón-1 y el polipéptido inhibidor gástrico) están obteniendo resultados prometedores que no solo mejorarán el tratamiento de enfermedades metabólicas graves, sino que también aumentan la esperanza de millones de personas de ver mejorada su calidad de vida».
Tras apuntar algunas de las múltiples patologías asociadas a la obesidad, entre las que citó la «la diabetes tipo 2, la hipertensensión arterial, la dislipemia, las enfermedades cardiacas, los accidentes cerebrovasculares (ictus), hígado graso, incremento del riesgo de padecer determinados tipos de cáncer, infertilidad y embarazos de riesgo, osteoartrosis y afectación pulmonar y renal, entre otros», destacó que la reducción del peso y su mantenimiento en el tiempo, reducen el riesgo de comorbilidad y que a ello «contribuyen eficazmente, en distintos grados», los fármacos señalados anteriormente. Igualmente, se refirió a los beneficios más allá de la pérdida de peso, en relación al estado inflamatorio que propicia la obesidad, destacando las ventajas para la salud cardiaca, vascular, renal, pulmonar, hepática y cerebral.
En sus conclusiones, la Dra. Beatriz Astigarraga puso de relieve que «los fármacos con efecto incretina mejoran el control metabólico de los pacientes con diabetes mellitus tipo 2 de forma más eficaz, respecto a los tratamientos clásicos. En el tratamiento de la obesidad consiguen resultados muy significativos, con el beneficio que aportan a la salud».
En cuanto al tratamiento, éste «debe plantearse de forma prolongada», como ocurre con la diabetes, al ser la obesidad una enfermedad crónica. Los efectos secundarios «son tolerables, aunque es necesario conocer los efectos a largo plazo», y constituyen una ayuda disponible «para resolver un problema de salud pública con las repercusiones socioeconómicas que supone», concluyó la presidenta de IMQ.
Colaboración interprofesional para garantizar el suministro en farmacias
Aunque las terapias basadas en este grupo de fármacos empezaron a ser comercializadas hace 20 años, éstas son conocidas para los profesionales sanitarios desde más de cien. En este sentido, el doctor Juan Uriarte, doctor en Farmacia, presidente del Colegio de Farmacéuticos de Bizkaia y vicepresidente de la Junta Directiva de la ACMB, afirmó que se debe tener en cuenta que los tratamientos farmacológicos relacionados con la secreción de insulina para conseguir que disminuya la cantidad de azúcar en sangre «tienen que acompañarse siempre de cambios en los hábitos de vida, que ayuden a que a largo plazo se mantenga la pérdida de peso y, sobre todo, mejore la calidad de vida».
«Nos encontramos con un grupo de fármacos que no solo se relacionan con el tratamiento de la obesidad, sino que pueden tener efectos beneficiosos para tratar trastornos en el corazón, en el aparato respiratorio o digestivo, entre otros», adelantó.
Ante la gran demanda que se ha registrado de estos tratamientos una vez que han sido aprobados, el vicepresidente de Farmacia de la ACMB admitió que «se han producido problemas de suministro en las farmacias comunitarias, que se están solucionando gracias a la comunicación con los profesionales de medicina, ya que hay alternativas a estos tratamientos y no debemos reducirlos a simples medicaciones para adelgazar».
En cuanto a las reacciones adversas de este grupo de fármacos, el Dr. Juan Uriarte comentó que «son tolerables, pero debemos ser prudentes y observar sus efectos a largo plazo».
Los nuevos fármacos han demostrado reducir la muerte por causa cardiovascular
Durante su intervención, el doctor Alain Laskibar, médico especialista en Cardiología, adjunto en el Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Basurto, profesor asociado en la Facultad de Medicina y Enfermería de la Universidad del País Vasco y presidente de la Sección de Cardiología de la ACMB, recordó ante los presentes que «la obesidad se asocia a un riesgo aumentado de mortalidad por enfermedad cardiovascular (ECV) y mortalidad por cualquier causa».
Hizo un repaso de las principales complicaciones clínicas de la obesidad, citando el aumento de la presión arterial, la dislipemia, la resistencia a la insulina, la inflamación sistémica, la aparición de diabetes así como el estado protrombótico y eventos cardiovasculares como la insuficiencia cardiaca, la enfermedad coronaria, la fibrilación auricular y el ictus). «La asociación entre obesidad y diferentes formas de enfermedad cardiovascular es compleja, probablemente debido a los diferentes mecanismos fisiopatológicos: factores metabólicos, disfunción endotelial, inflamación sistémica, estado protrombótico, grasa epicárdica…».
Según dijo, los nuevos medicamentos análogos de GLP-1 (aGLP-1) son unos fármacos antidiabéticos que han demostrado reducir la muerte de causa cardiovascular, el infarto y el ictus en paciente con diabetes y alto riesgo cardiovascular en varios estudios. «Semaglutida ha demostrado reducir el peso corporal y los eventos cardiovasculares en pacientes con obesidad (incluso sin diabetes). Tirzepatida (un nuevo análogo de GLP-1 y GIP) ha demostrado reducir el peso corporal de forma muy significativa en pacientes con obesidad. En pacientes con insuficiencia cardiaca con fracción de eyección preservada (IC-FEp) y obesidad, semaglutida ha demostrado mejorar la calidad de vida y tirzepatida, además, ha demostrado reducir la mortalidad cardiovascular y descompensaciones de insuficiencia cardiaca».
El Dr. Laskibar explicó que los mecanismos por los que los aGLP-1 provocan esta reducción de eventos cardiovasculares son multifactoriales: «además de la reducción del peso corporal y el mejor control de los factores de riesgo cardiovascular clásicos (diabetes, hipertensión arterial, dislipemia) estos fármacos reducen la inflamación sistémica y el estado protrombótico. En un futuro cercano aparecerán nuevas indicaciones para estos fármacos en las principales guías de cardiología», adelantó.
Mejoría para los pacientes con apnea del sueño y obesidad
Por otro lado, la Dra. Isabel Urrutia, especialista del Servicio de Neumología del Hospital Universitario Galdakao-Usansolo, neumóloga de IMQ hasta su reciente jubilación y presidenta de la Sección de Neumología de la ACMB, manifestó ante el público asistente que la apnea obstructiva del sueño «representa una carga importante de enfermedad, incluyendo accidentes de tráfico y laborales, además de un factor predictor de enfermedades cardiovasculares».
La Dra. Urrutia se hizo eco en su alocución de un estudio presentado recientemente, en el que se ha concluido que la tirzepatida «tiene un cambio significativo de los trastornos respiratorios del sueño, disminuye la presión sanguínea y la inflamación en los pacientes con apnea obstructiva del sueño y obesidad».
Efecto positivo para los pacientes con obesidad e hígado graso
La doctora Blanca Sampedro, médica especialista en Aparato Digestivo-Hepatología del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Universitario Galdakao-Usansolo, miembro del Centro Vasco de Aparato Digestivo (CVADI) y especialista de IMQ, llamó la atención con respecto al aumento de la prevalencia del hígado graso o esteatosis hepática metabólica.
«Esta enfermedad se produce», señaló, «en el seno de un estado proinflamatorio denominado síndrome metabólico, que condiciona el desarrollo de otras comorbilidades como la enfermedad cardiovascular, la hipertensión arterial o la diabetes. Estas enfermedades se interrelacionan entre sí, de manera que tener un hígado graso favorece una mayor resistencia a la insulina (mecanismo por el que se desarrolla la diabetes) y tener una diabetes favorece que progrese la enfermedad hepática metabólica hacia estadios más evolucionados e, incluso, la cirrosis».
La hepatóloga de IMQ advirtió que la asociación de otros cofactores, principalmente el consumo moderado o severo de alcohol, «también tiene un impacto importante», favoreciendo y empeorando la progresión de esta enfermedad y el desarrollo de complicaciones. «Los pacientes con una esteatosis metabólica presentan complicaciones y fallecen principalmente por problemas derivados de la cardiopatía isquémica y del aumento de tumores asociados (principalmente de origen digestivo) y, sólo en tercer lugar, de consecuencias derivadas de la hepatopatía».
La base principal del tratamiento en estos casos es implementar un estilo de vida saludable, actuando sobre la dieta y el ejercicio. Sin embargo, «uno de los mayores problemas que nos encontramos hoy en día es que sólo disponemos de un seguimiento más estrecho en las consultas y, en el mejor de los casos, de nutricionistas que ajustan las dietas de nuestros pacientes, unidas a recomendaciones de vida saludable. El problema es que estos consejos y dietas sólo consiguen que entre un 10 y un 20% de los pacientes alcancen los objetivos de reducción de peso y mejoría de estilo de vida».
La hepatóloga de IMQ aludió a que, actualmente, se han desarrollado fármacos que tienen como diana mejorar las alteraciones metabólicas asociadas a la diabetes y la obesidad. «Estos fármacos han demostrado conseguir pérdidas de peso del 15 al 20% del peso basal, lo que supone una mejoría del estado proinflamatorio asociado al síndrome metabólico y de todas sus comorbilidades (diabetes, dislipemia, hipertensión)».
Según dijo la Dra. Sampedro, el impacto de estos fármacos está suponiendo «una disminución del riesgo cardiovascular y de la progresión de la esteatosis hepática y, probablemente, repercuta en una mejor salud a largo plazo y un aumento de la supervivencia. Si bien es cierto que, además de su gran eficacia, no debemos perder de vista la necesidad de mejorar los hábitos de vida. Es imprescindible entender estos fármacos como una herramienta para favorecer la salud a través de la implementación de unos hábitos de vida saludables tanto en el ámbito nutricional como en el de ejercicio físico, obteniendo de ellos una ayuda para reducir el peso y conseguir el objetivo de una vida más saludable».