Por Eva García, socia fundadora en Coaching on Focus, Neurocoach, Instructora de Mindfulness
Llega el buen tiempo y en esta época muchos sentimos la necesidad de cuidarnos y prepararnos para la operación bikini.¡¡ Como si el resto del año no tuviéramos que preocuparnos por estar bien!! Parece que exponer nuestro cuerpo en la playa y en la piscina a los demás, es una motivación más poderosa que la de vernos bien nosotros mismos.
Te proponemos que comiences una nueva actividad, que va a ayudarte a sentirte mejor y tener cuerpo mente más sanos, a la vez que rebajas los niveles de ansiedad y estrés del día a día.
No es necesario que dediquemos grandes cantidades de tiempo, ni que hagamos inversiones extra; únicamente, que tomemos conciencia de la importancia que tiene alimentarnos. Más allá de nutrir nuestro cuerpo, vamos a nutrir nuestra mente y a practicar la calma a través de esta actividad que cada vez está teniendo más seguidores, el Mindful Eating.
Desde hace varios años, diferentes estudios académicos corroboran el impacto positivo a largo plazo en personas con IMC elevado, tanto en la reducción de peso gracias a la autorregulación emocional, como en la mejora del estado anímico y la salud mental con la práctica combinada y continua de Mindfulness y Mindful Eating.
«No es necesario que dediquemos grandes cantidades de tiempo, ni que hagamos inversiones extra; únicamente, que tomemos conciencia de la importancia que tiene alimentarnos».
Mindful Eating, ¿qué es?
El Mindful Eating es el arte de comer de manera consciente. ¿Qué significa esto? A través de la práctica de la atención durante la comida, nos podemos dar cuenta de la relación que tenemos con la comida, por qué comemos como comemos, o a qué tipos de alimentos recurrimos o nos apetecen cuando estamos con ansiedad, entre otras reflexiones.
Mindful Eating está muy lejos de ser un tipo de dieta, aunque tiene múltiples beneficios para nuestro cuerpo y nuestra mente.
Algunos de estos beneficios son:
- Mejora la autorregulación en el acto de comer
- Aumenta la sensación de bienestar, mejora la concentración y la atención controlada
- Reduce de las molestias gastrointestinales
- Facilita una mayor conciencia del concepto hambre, aprendemos a diferenciar entre el hambre física y la emocional o por ansiedad
- Nos lleva a un mayor consumo de alimentos sanos
- Facilita el establecimiento de nuevos hábitos saludables
- Reduce la ansiedad y promueve la aceptación de nuestro cuerpo
¿Cuáles son las diferencias entre comer conscientemente y no hacerlo?
¿Cómo practicar el Mindful Eating?
Llevar a cabo la práctica del Mindful Eating al menos dos veces a la semana, puede ser una buena manera de iniciarnos en este camino hacia el autoconocimiento en el ámbito de la alimentación.
Podemos integrarlo en nuestro día a día, ya estemos teletrabajando o de manera presencial en nuestro lugar de trabajo. Únicamente necesitamos un espacio en calma (no es muy efectivo comer con otros), donde podamos relajarnos y poder conseguir dirigir la atención hacia los alimentos, permitiéndonos disfrutar de este proceso tan importante como es la nutrición.
Reserva al menos 20 minutos en los que no tengas interrupciones y no tengas la necesidad ni la tentación de hacer otras tareas. Avisa a tus compañeros para que no te molesten y hazles saber la importancia que tiene para ti que lo cumplan. Aléjate del móvil o ponlo en silencio y comienza la experiencia.
En la práctica de la alimentación consciente, al igual que en la práctica del Mindfulness, aparecerán pensamientos de manera constante. No te preocupes, cuando aparezcan sé consciente de ellos pero déjalos ir, no te enganches a ellos, y vuelve a la experiencia de saborear y sentir los alimentos.
Durante la experiencia, es importante que utilices todos los sentidos:
- Vista: Observa detenidamente los colores, las formas.
- Olfato: date un tiempo para oler, es uno de los sentidos más potentes y que menos potenciamos.
- Tacto: toca los alimentos, siente su textura cuando los introduzcas en la boca y nota como va cambiando a medida que los vas masticando o tragando.
- Gusto: enfócate en los diferentes sabores y las zonas de la boca donde los notas y se intensifican.
- Oído: presta atención a los sonidos de los cubiertos, del agua al beber, del alimento cuando masticas.
Cuando finalices, sé consciente de los pensamientos que te han venido a la mente y préstales atención también. ¿Eran amables o críticos? ¿Compasivos o hirientes? Estos pensamientos te darán pistas de cómo nos estamos relacionado con la comida y si esta relación es sana.
Al cabo de unas semanas notarás los beneficios y ya no querrás volver a comer de manera impulsiva y automática.
¿Cuándo comienzas?