Por Mª Jesús Álava Reyes, presidenta de Apertia-Consulting y de la Fundación María Jesús Álava Reyes. También dirige el Centro de Psicología Álava Reyes y el Instituto de Bienestar Psicológico y Social.
Seguro que todos conocemos a personas que, a pesar de su edad, viven en una permanente adolescencia.
Este fenómeno está muy identificado desde la psicología; son adultos que parecen no madurar. Una y otra vez echan la culpa a los demás de todo lo que les pasa; especialmente de sus fracasos y sus insatisfacciones.
Se niegan a asumir sus responsabilidades, no sienten que se equivoquen; por el contrario, piensan que es el resto del mundo quien se mueve en la ignorancia y quienes actúan de forma equivocada.
«Son personas que hacen muy difíciles las relaciones y la convivencia a cualquier nivel: personal, social, familiar, social, laboral…».
Hoy vamos a tratar de ver cómo distinguimos a estas personas y cómo podemos relacionarnos con ellas de forma eficaz
El tipo de vida que tenemos, ¿propicia que haya muchas personas adultas que vivan en una permanente inmadurez?
En gran medida sí, Hemos comentado numerosas veces que, por una parte, vivimos en una sociedad muy competitiva y con mucha presión; por otro lado, esta presión se da de bruces con la sobreprotección con la que tratamos a muchos niños, pero también a muchos adultos.
Los adultos inmaduros son personas muy inflexibles, poco acostumbradas al esfuerzo y a superar frustraciones, empiezan a desarrollar comportamientos muy infantiles ante las dificultades; comportamientos que, en muchos casos, les resultan útiles para evadirse, para no responsabilizarse de sus actos, para echar la culpa de lo que les pasa a los demás o las circunstancias.
Estas personas son muy hábiles a la hora de manipular, y si en un principio son los padres quienes les sobreprotegen, después intentarán que ese papel lo asuman otras personas: el resto de la familia, las parejas, compañeros de trabajo…
En definitiva, el medio en que vivimos puede ser muy contradictorio y a pesar de que en general es muy exigente, muchas personas siguen protegiendo a numerosos adultos, y este hecho, en lugar de ayudarles a que asuman sus responsabilidades, propician que sus conductas de inmadurez se agudicen incluso con el paso de los años.
¿Cuáles son las principales características que presentan las personas inmaduras?
-Falta de objetividad para analizar la realidad y ausencia total de autocrítica.
-Siempre intentan justificar sus actuaciones en base a las circunstancias o las personas que están alrededor.
-Cuando dejan un trabajo o les despiden por su actitud, la culpa siempre la tienen los jefes o los compañeros. En general, son personas poco trabajadoras.
-Cuando no asumen sus responsabilidades en el seno familiar, la culpa siempre la tienen las parejas, los hijos, los hermanos o el que pasaba por allí.
-Cuando abandonan los estudios o los proyectos en los que se han metido, siempre son circunstancias ajenas las responsables de sus fracasos.
-Por otra parte, producto de su inmadurez, pueden adoptar una actitud prepotente, incluso déspota, que les aleja aún más de la realidad y hace que terminen siendo un suplicio para las personas que están alrededor.
-En definitiva, las principales características serían inflexibilidad, irresponsabilidad, egoísmo, inmadurez y manipulación.
¿Cómo podemos y debemos actuar con estas personas?
-No cayendo en sus trampas y en sus manipulaciones.
-Para ello, dejaremos de protegerlas y de justificar sus conductas y sus fracasos.
-Las enfrentaremos a la cruda realidad, no dejaremos que sus excusas les sirvan de justificación y haremos que las consecuencias negativas de sus conductas recaigan sobre estas personas, no sobre quienes están alrededor.
-No nos dejaremos confundir ni engañar con sus excusas, no permitiremos que se crean sus propias mentiras… y eso se hace enfrentándolas a su realidad, no edulcorándola ni asumiendo nosotros sus errores.
-En muchos casos necesitarán ayuda profesional, pero será habitual que la rechacen, porque no quieren asumir sus responsabilidades. En esas circunstancias, no les daremos amparo, no nos creeremos sus promesas de que será la última vez, no dejaremos que la pena o la desesperación nos hagan tirar la toalla.
-Esas personas sólo empiezan a reaccionar cuando ven que no le quedan opciones, que ya no les van a seguir protegiendo quienes les rodean, que deben hacerse cargo de su vida, como adultos que son.
Repito, en muchos casos será difícil que salgan adelante sin ayuda profesional; una buena opción, cuando ellas o ellos se niegan a ir al psicólogo, es ir la familia, las personas claves de su vida, para que analicemos la situación, les demos las pautas que deben seguir y les proporcionemos la fuerza y la seguridad para hacerlo.
En caso contrario, podrán amargar la vida a quienes más les protegen y a quienes están a su alrededor y sufren las consecuencias de su inmadurez e irresponsabilidad.
A través de la educación: ¿cómo debemos actuar ante sus primeros signos de tiranía e inmadurez?
Actuando de inmediato. Estas conductas suelen darse ya en las primeras edades, en niños y niñas menores de 6 años, aunque a veces no se manifiestan hasta la preadolescencia; se producen generalmente antes en el medio familiar que en el escolar, pero la mayoría de esas conductas problemas pasan inadvertidas o no se les da la importancia que tienen.
La observación será nuestra principal herramienta de evaluación en las primeras edades; La delimitación de las “conductas problema” será clave en el enfoque y tratamiento de estos casos. Estaremos muy atentos a las primeras manifestaciones en relación a la falta de interiorización de normas y de no asunción de responsabilidades.
Pero ojo, porque como decíamos antes, también necesitan reeducación muchos adultos inmaduros.
«En definitiva, conviene que actuemos con objetividad, que establezcamos una serie de pautas, de normas, de hábitos y de límites que favorezcan su desarrollo cuando son pequeños, también en la etapa adulta para que se sitúen, y se den cuenta que no vamos a dejar que sus conductas de manipulación o tiranía se perpetúen».
Siempre mantengo que suelen ser personas poco trabajadoras, hay que darles trabajo y responsabilizarles del mismo.
En España, al contrario que en otros países, muchos jóvenes, seguramente la mayoría, no trabajan mientras estudian. Esto es un gran error, les ayuda mucho a madurar y tener un contacto con la realidad el trabajar mientras estudian; les ayuda a realizar una buena gestión del tiempo, a dar valor al esfuerzo, a utilizar su inteligencia emocional, a superar dificultades, frustraciones…
En conclusión, si les tratamos como niños, tengan la edad que tengan, no podemos esperar que actúen como adultos.
Reflexión final
No pidas lo que tú no das y no exijas lo que es tu responsabilidad. El día que te hagas cargo de tu vida, sin pretender que otros lo hagan por ti, entenderás que tu bienestar o tu insatisfacción dependen de tu acción, de tu actitud y de tus pensamientos. ¡Aplícate y encuentra tu camino!