Mª Jesús Álava Reyes, presidenta de Apertia-Consulting y de la Fundación María Jesús Álava Reyes. También dirige el Centro de Psicología Álava Reyes y el Instituto de Bienestar Psicológico y Social

Relaciones enfermizas

Por Mª Jesús Álava Reyes, presidenta de Apertia-Consulting y de la Fundación María Jesús Álava Reyes. También dirige el Centro de Psicología Álava Reyes y el Instituto de Bienestar Psicológico y Social.

Seguro que la mayoría nos hemos preguntado cómo es posible que tal persona mantenga una relación tan enfermiza, tan dependiente, que sólo provoca angustia, dolor y desesperación.

Los profesionales de la psicología cada día elevamos más nuestras voces de alarma, ante el incremento que estamos observando de casos de relaciones enfermizas; de personas que se sienten prisioneras, que no saben cortar o poner límites y viven en un estado de sufrimiento permanente.

Se dan en todo tipo de medios: en la pareja, en la familia, amigos, compañeros de trabajo, vecinos…, y pueden surgir a cualquier edad: en la infancia, con los amigos del colegio, adolescencia, juventud, madurez…

Hoy vamos a tratar de acercarnos a este mundo tan oscuro, pero tan real. Vamos a tratar de ofrecer algunas claves que nos permitan detectar y reaccionar ante estas situaciones.

«Los profesionales de la psicología cada día elevamos más nuestras voces de alarma, ante el incremento que estamos observando de casos de relaciones enfermizas».

Estas relaciones se dan en todos los medios

Estas relaciones se dan en todos los medios y en todas las edades y su proporción en mucho más alta de lo que podríamos imaginar.

Son muy frecuentes los casos de niños que sufren en silencio, uno o varios compañeros se erigen en sus jefes y les someten a todo tipo de vejaciones y/o humillaciones.

Algo parecido puede pasar en las relaciones adolescentes, de jóvenes… Chicos y chicas viven un drama para ser admitidos por su entorno o para liberarse de relaciones altamente dependientes, que conllevan un sufrimiento constante.

Pero también ocurre, por ejemplo, en plena madurez, en la tercera edad, donde hay personas que se pueden aprovechar de las condiciones de soledad o aislamiento, de la necesidad de afecto que tienen algunas personas.

Bajo la disculpa del cariño, el amor, la amistad… hombres y mujeres sufren cada día relaciones altamente tóxicas, donde uno de los integrantes ejerce un poder absoluto sobre el otro/s.

«Estas relaciones se dan en todos los medios y en todas las edades y su proporción en mucho más alta de lo que podríamos imaginar».

¿Cuál es a grandes rasgos el perfil de las personas que sufren estas relaciones?

En general, el perfil de quien sufre estas relaciones suele ser una persona sensible, pero vulnerable emocionalmente; una persona con frecuencia insegura en el terreno afectivo (aunque puede ser triunfadora en otros ámbitos), pero a nivel emocional es una persona dependiente, con baja autoestima y necesidad de sentirse valorada.

Por el contrario, en el otro extremo, los que provocan las relaciones enfermizas, tenemos a personas manipuladoras, agresivas y sin empatía, que buscan la sumisión y la posesión de los demás a través del miedo, de la violencia, la pena o el chantaje emocional.

«El perfil de quien sufre estas relaciones suele ser una persona sensible, pero vulnerable emocionalmente».

¿Cómo sabemos si estamos inmersos en una relación enfermiza?

Por la frustración que sentimos, y el sufrimiento y la ansiedad que experimentamos.

En las relaciones enfermizas al menos una de las personas se siente muy vulnerable, depende emocionalmente del otro/a y busca continuamente su aprobación; su único fin es sentirse querida y aceptada, y para conseguirlo es capaz de ceder en todo, hasta el extremo de tolerar conductas manipuladoras, incluso vejatorias.

Además de la frustración que sentimos, cuando una relación te llena de ansiedad y de zozobra, cuando sientes que tu seguridad disminuye y tu autoestima baja, lo más frecuente es que estés siendo víctima de una relación enfermiza.

Como es habitual en este tipo de casos, las personas que fomentan el sufrimiento de los demás tratan también de alejar a sus “víctimas” de su entorno más cercano, de sus familiares y amigos, porque interfieren con sus planes. Aislándolas, las víctimas son más fácilmente manipulables. Si te aíslan de tus seres queridos conseguirán crear un vínculo de mayor dependencia. Y no te aísla quien te quiere bien.

«En las relaciones enfermizas al menos una de las personas se siente muy vulnerable, depende emocionalmente del otro/a y busca continuamente su aprobación».

El peligro de las personas posesivas

La persona posesiva es muy insegura y siempre se siente insatisfecha, quiere que el otro/a viva sólo para él/ella.

La persona sobre la que se ejerce la actitud posesiva llega un momento en que inevitablemente se siente asfixiada, y ante sus exigencias de mayor libertad, normalmente el/la posesivo/a responde con agresividad, o termina provocando un claro chantaje emocional.

Los psicólogos sabemos que estas relaciones nunca funcionan. Las relaciones posesivas son relaciones enfermizas, donde el bienestar de una persona se basa en el aislamiento y el sufrimiento de la otra.

Desgraciadamente, la persona posesiva se siente bien, cuanto más debilita a la otra persona, cuanto más la aísla y más inseguridad e infelicidad provoca. Sin duda, esto es un auténtico drama.

«Las relaciones posesivas son relaciones enfermizas, donde el bienestar de una persona se basa en el aislamiento y el sufrimiento de la otra».

¿Cómo se pueden tener relaciones saludables?

Con un Acuerdo racional y ecuánime, en el que ambos pacten lo que necesitan, lo que le piden a la otra persona y lo que están dispuestos a ofrecer.

Si una relación es de pareja, en ese acuerdo figurarán temas como la distribución económica o los límites; las líneas “rojas” que no pueden saltarse. Ej. No se tolerarán relaciones sexuales con otra persona, tampoco tema de adicciones, conductas que signifiquen falta de respeto o vejación para cada uno, determinadas normas en el cuidado de los niños…

«Si una relación es de pareja, en ese acuerdo figurarán temas como la distribución económica o los límites; las líneas “rojas” que no pueden saltarse».

Algunas claves nos serán muy útiles para sentirnos bien en nuestras relaciones:

  • Si es en el seno de una relación de pareja, intentad tener un tiempo cada día, para cada uno, aunque sea media hora, y tener otro espacio común, de 30 minutos, en el que podamos compartir nuestras vivencias o nuestras emociones: podemos hablar o podemos abrazarnos, pero no podemos dejar pasar los días sin proporcionarnos ese calor y ese confort que tanto une a la pareja.
  • En otro tipo de relaciones: relaciones de amistad, relaciones familiares, de compañerismo…Tener libertad para seguir relacionándonos con personas importantes para nosotros: amigos, familia…; incluso aunque esas personas no le caigan bien a nuestra pareja, amigo, familia…
  • Otro aspecto clave será que ambas personas sean capaces de no enjuiciar continuamente lo que la otra persona hace o dice.
  • De nuevo un punto crucial e irrenunciable será el respeto hacia la otra persona. Respeto no solamente a lo que nos gusta, también a lo que menos nos agrada, pero forma parte de su vida y, ambas personas, de común acuerdo, han determinado que no es algo incompatible con su relación.
  • Apoyo constante, y especialmente a la persona que en ese momento se siente débil. Ese apoyo será crucial cuando la otra persona se siente insatisfecha consigo misma. Cuando nuestro familiar, pareja, amigo… se siente hundido, es cuando más nos necesita y más nos debe tener de forma incondicional.
  • Aprender a decir las cosas con tacto, de la forma adecuada, en el momento oportuno, sin herir ni sancionar. Podemos decir todo lo que nos parece si lo hacemos bien, sin criticar, sin sancionar y sin enjuiciar, pero recordemos que si el decir algo sólo va a servir para que la otra persona se sienta mal, entonces será mejor callar
  • Recordar que para que toda relación funcione hay que saber utilizar, en su justa proporción, los principales ingredientes que nos garantizan el éxito de las relaciones afectivas: respeto, generosidad, admiración y valoración, facilitar espacio, privacidad, confianza, complicidad, lealtad, apoyo, cariño, alegría, positividad e ilusión.

Reflexión final

Sepamos identificar las relaciones enfermizas, alejemos esas relaciones de nuestra vida y no nos sometamos a personas que sólo nos proporcionarán inseguridad, debilidad y un sufrimiento constante y permanente.

Nos merecemos relaciones sanas, relaciones que nos ayuden a crecer y nos acompañen en nuestra búsqueda de felicidad.