Salud emocional en la empresa

Salud emocional en la empresa

Por Elena Mayor Lozano, CEO en EmotionHR y vicepresidenta de la Asociación Nacional de Felicidad de Personas y Organizaciones, Conciencia y Compasión

Los problemas de salud emocional están sacudiendo nuestra realidad al hacerse cada vez más visibles, haciéndonos conscientes del gran impacto que supone para el desarrollo de las personas en nuestra sociedad y también en las empresas.

Según elDiario.es mayo de 2023 fue el mes con más bajas registradas por salud mental de los últimos años, por encima del pico experimentado en uno de los momentos más drásticos de nuestra historia reciente con el inicio del confinamiento por la pandemia de coronavirus. Esta realidad nos informa de que no podemos vincular el auge de los problemas de salud mental a las consecuencias de la pandemia, sino que se trata de un problema de salud endémico y no estacional que afecta especialmente a los jóvenes, razón por la que encontrar una solución se convierte en algo urgente.

«En una sociedad acostumbrada a tratar cualquier enfermedad física de forma inmediata con los recursos y la financiación de la seguridad social, es decir sin coste directo en nuestros bolsillos, me he encontrado como psicóloga con muchos casos de gente perdida, sin saber dónde acudir en un caso de salud mental».

Acostumbrados a disfrutar de una asistencia gratuita y de calidad para los problemas de salud del cuerpo, que no tiene traducción en el mismo tipo de asistencia en el caso de un problema mental, hemos decidido sobrellevar nuestros problemas mentales como podemos sin ayuda. El problema con el que se encuentra la gente que debe ocuparse de su salud emocional es doble: por un lado, la lista de espera para recibir la asistencia de un psicólogo de la seguridad social es tan larga, debido a la falta de profesionales, que empuja a la gente que necesita esa asistencia a costear el gasto del profesional, un coste que muchos no pueden o no están dispuestos a asumir. En segundo lugar y con una importancia también de primer nivel, los problemas mentales están estigmatizados en nuestra sociedad.

Vivimos en una sociedad que entiende como normal una urgencia por una apendicitis, pero no ha normalizado un brote de ansiedad. Un problema de ese tipo identifica a quien lo padece como alguien con una debilidad en su integridad personal, un fallo personal, algo que no ocurriría si la misma persona manifiesta problemas con su apéndice. El alto coste del tratamiento psicológico y la estigmatización que la sociedad atribuye a los enfermemos mentales, mantiene sin tratamiento muchos problemas con importantes consecuencias en la vida del enfermo y de sus convivientes.

Cuando el problema no se trata, la ansiedad termina corporalizándose y se convierte en un síntoma físico, que parece más fácil de gestionar. Las urgencias están repletas de personas que han “somatizado” su ansiedad y que acuden al médico a tratar un dolor de espalda o una migraña insoportable que los médicos no abordan con facilidad porque realmente responden a un problema personal sin resolver. El cuerpo sabe hablar cuando necesita ayuda y no la recibe. Muchos médicos aconsejan a sus pacientes examinar su salud mental cuando no encuentran un origen físico en sus dolencias. En este sentido, la doctora Paloma Fuentes, responsable del equipo de vigilancia de la salud durante muchos años en la compañía Mahou San Miguel, fue redirigiendo su acción médica a los empleados de la compañía desde el tratamiento físico corporal de la enfermedad hacia un lado más emocional, al ser consciente de que en la base de la mayoría de los síntomas físicos se alojaban las causas emocionales.

«Para responder a este problema creciente, las empresas están preparadas para abordar el problema de la salud mental dentro de sus entornos de trabajo. La mayor parte de las empresas disponen de un sistema de vigilancia de la salud, ofrecen programas para promover la salud mental y emocional de sus empleados y han realizado acciones específicas para promover el bienestar emocional de sus empleados. ¿Esto es suficiente?».

Parece evidente que no es así. Un estudio de FREMAP, mutua colaboradora de la seguridad social, estableció la tendencia al alza en las bajas por salud mental durante 2022 que siguen un esquema parecido en este 2023 y que afectan especialmente a los menores de 35 años en los que la incidencia aumentó en ese año un 31%, frente a los grupos de 35 a 49 con un 14% y un 8% en el grupo de más de 49 años.

Como comentábamos, el hecho de que la falta de salud emocional tenga mayor incidencia en nuestros jóvenes nos lleva a entender que estamos ante una necesidad creciente de enfrentar un tsunami que aumenta cada año. Paralelamente, en los últimos años está naciendo una cultura del bienestar emocional en las empresas que ha favorecido el que la gente más joven deje de estigmatizar la salud mental y confíen más en los profesionales de Recursos Humanos o en sus líderes a la hora de pedir ayuda. Esa debe ser la razón de que el porcentaje de personas que más demanda este tipo de servicio a las empresas sean sus trabajadores en la franja más baja de edad.

Si quieres comentarme tu caso, ponte en contacto conmigo en emayor@emotionhr.com