Por Mónica Ferrera Rodríguez, miembro de NEWCORRED.
Licenciada en Economía. Asesor Fiscal. Auditor Censor Jurado de Cuentas. Corredora de Seguros.
Todas las decisiones que tomas a lo largo de tu vida te dirigen a destinos que, seguramente, jamás habías imaginado. Cuando echo la vista atrás y veo hasta dónde he llegado, me viene a la cabeza una frase que mi madre siempre me dice cuando me suceden cosas buenas o he logrado algo que veía muy lejano: “Dios escribe derecho en renglones torcidos”.
Una de las decisiones más importantes que he tenido que tomar en mi vida fue durante el verano de 1994, después de los exámenes de selectividad. En aquel momento, al igual que muchos compañeros míos, pasaba por una etapa de enorme incertidumbre, pues era consiente de que la decisión que debía tomar iba a ser decisiva para mi futuro. Mi ilusión desde pequeña había sido estudiar Arquitectura, sin embargo, por diversos motivos decidí, aún no sé muy bien por qué, matricularme en la Licenciatura de Ciencias Económicas y Empresariales. Fue una carrera dura, lo recuerdo, hasta el punto de que, 30 años después, decidí tirar a la basura aquellos apuntes que sólo me traían malos recuerdos y cuya única función era ya acumular polvo en una habitación en la casa de mis padres.
«Una de las decisiones más importantes que he tenido que tomar en mi vida fue durante el verano de 1994, después de los exámenes de selectividad. Decidí, aún no sé muy bien por qué, matricularme en la Licenciatura de Ciencias Económicas y Empresariales».
Tuve la suerte de que mi padre era Asesor Fiscal y Auditor Censor Jurado de Cuentas con despacho profesional en Santa Cruz de Tenerife, así que, desde que terminé la carrera, me esperaba una pequeña habitación sin luz natural que mis padres habían acondicionado para que aquella niña, aún inconsciente, comenzara a navegar en una profesión cuyas mareas aún desconocía. Supongo que a mi padre le rondaban sentimientos contradictorios de orgullo y, al mismo tiempo, de incertidumbre, pues siendo consciente de la dureza de la profesión, no querría verme sufrir.
Yo, sin embargo, que siempre he sido muy rebelde y jamás me ha gustado que me digan lo que tengo que hacer ni cuáles son mis límites, me propuse, en un arrebato de locura, presentarme al examen de Auditoría. Es lo más duro que recuerdo, después de mis dos partos. Hoy, 20 años después, dirijo aquel despacho, junto con mi hermano, abogado, en unas oficinas que ni en mis mejores sueños hubiera podido imaginar, y junto con un equipo de grandes profesionales que nos han acompañado en nuestra trayectoria y sin los que jamás hubiéramos superado esta travesía. Mis padres, como siempre, nos han apoyado en todo y nos han aconsejado. Esa riqueza no tiene precio.
«Hoy, 20 años después, dirijo aquel despacho, junto con mi hermano, abogado, en unas oficinas que ni en mis mejores sueños hubiera podido imaginar, y junto con un equipo de grandes profesionales».
Cuando te sumerges en el mundo empresarial, adviertes las carencias que tienen, fundamentalmente, las pymes. Comencé a notar una ausencia de asesoramiento a mis clientes en el ámbito de los seguros, que contrataban pólizas cuyas coberturas los dejaban desnudos en muchas ocasiones frente a las posibles contingencias. Los seguros no me eran ajenos del todo, pues mi madre había sido, durante muchos años, agente exclusivo de una compañía, con lo que me aventuré a estudiar, por la UNED, el Curso de Experto en Seguros, y ello con el único fin de ofrecerle el mejor asesoramiento posible a mis clientes, pues estaba convencida de que, una buena póliza, podía salvar la vida de muchas empresas y autónomos.
«Cuando te sumerges en el mundo empresarial, adviertes las carencias que tienen, fundamentalmente, las pymes. Comencé a notar una ausencia de asesoramiento a mis clientes en el ámbito de los seguros».
Ya metida de lleno en este mundo, advertí que el correcto asesoramiento pasaba por una buena y surtida oferta de pólizas, y fue entonces cuando conocí a Jorge Campos, profesor mío de la UNED. Él fue quien me ayudó, junto con su equipo, a desarrollar el proyecto que debía presentar ante la DGSFP. Apenas dos meses después de la solicitud, ya tenía mi código. En NEWCORRED he encontrado gente estupenda, siempre dispuestos a ayudar, siempre preocupados por las necesidades de los corredores, siempre buscando mejorar en nuestro beneficio. Sinceramente, no podía haber encontrado a un mejor equipo.
El camino ha sido duro, en muchas ocasiones demasiado, pero paso a paso, con la ayuda de mis padres, de mi hermano y del resto de compañeros del despacho, hemos conseguido fidelizar una cartera de clientes que confía en nosotros, que nos agradecen el servicio que cada día les prestamos y que hablan bien de nosotros allá donde van. Estoy convencida de que al destino hay que ayudarlo, y que nada de lo que somos hoy se ha conseguido por casualidad. Todo ha sido a base de mucho esfuerzo, de largos estudios, de mucha implicación por parte de todos, de horas y horas sin saber en qué día estaba, de noches en vela, con un marido que muchas veces actúa como padre y como madre, porque yo no puedo… Mis hijos recién nacidos, se criaron en la oficina, en una cuna portátil en un rincón de mi despacho, desde que apenas tenían un mes de vida. Luego vino la mudanza y las obras de la sede que sería la definitiva, después de varios traslados, siempre creciendo.
«En NEWCORRED he encontrado gente estupenda, siempre dispuestos a ayudar, siempre preocupados por las necesidades de los corredores, siempre buscando mejorar en nuestro beneficio. Sinceramente, no podía haber encontrado a un mejor equipo».
Esto aún no ha terminado, pues estoy segura de que siempre se puede ir más allá, ser mejores profesionales y, sobre todo, mejores personas. En el universo de la correduría todavía soy novata, pero con la ayuda de NEWCORRED, esfuerzo, dedicación y disciplina, estoy segura de que conseguiré hacerme un hueco. Lo importante es no dejar nunca de soñar y tener siempre nuevas metas, levantarte cada día con una nueva ilusión.
Para eso trabajo cada día y seguiré haciéndolo, si Dios quiere, hasta el fin de mis días.
«Esto aún no ha terminado, pues estoy segura de que siempre se puede ir más allá, ser mejores profesionales y, sobre todo mejores personas».
Doy fe de lo profecional que eres conseguido con tu sacrificio, trabajo y tesón. Mis más sinceras felicitaciones.