Redacción ‘MS’- Las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando (+2,0% anual en 2018), a pesar de la promulgación de más de 1.500 leyes sobre el cambio climático en todo el mundo. Además, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), los esfuerzos deben multiplicarse por cinco. Se espera, por ende, que la regulación del cambio climático se haga más estricta y se intensifique tanto en volumen como en alcance en todo el mundo.
Solunion, la compañía experta en seguros de crédito y de caución y en servicios de gestión del riesgo comercial, explica el impacto de esta regulación en la economía, a partir de los datos de su accionista Euler Hermes, que cifra las pérdidas en casi 2,5 billones de dólares en los próximos diez años. Para medir el impacto, agrupan las acciones más importantes en cuatro categorías: precios del carbono; combinación y eficiencia energética; regulaciones de movilidad; impuestos, multas y gravámenes específicos de la industria.
¿Cuáles son los sectores más expuestos?
Si bien casi toda la economía mundial se verá afectada por estas regulaciones, en algunos sectores el impacto será más importante:
- Las regulaciones medioambientales ya han costado al sector energético 1,4 billones de dólares en los últimos diez años y se esperan pérdidas que alcancen los 900.000 millones de dólares en la próxima década.
- El acero, por su parte, será la segunda industria más afectada: 300.000 millones de dólares en los próximos 10 años.
- El transporte aéreo y marítimo ocupa el tercer lugar (55.000 millones de dólares) debido a la combinación de sistemas de compensación de emisiones de carbono (entre 16.000 y 42.000 millones de dólares), el aumento de los impuestos y/o de las tasas sobre el CO2 y los incentivos globales para un cambio de vía ferroviaria. Ambas industrias también se verán afectadas por las nuevas regulaciones sobre el contenido de azufre de los combustibles.
¿Cómo deben prepararse las empresas para esta ola regulatoria?
Para prepararse, las empresas deben tener en cuenta tanto los efectos directos sobre su entidad como aquellos riesgos indirectos:
- El impacto directo será una reducción de los márgenes brutos como resultado del aumento del coste de las emisiones. Esto puede transponerse a otros costes, como por ejemplo, gastos operativos o gastos de capital. También puede traducirse en una reducción de la rentabilidad operativa, ya que puede haberse conseguido mediante el aumento de otros costes, al embarcarse en procesos más caros o incurrir en un mayor gasto en I+D.
- Deben abordarse, por otro lado, los riesgos indirectos. Estos abarcan desde la transmisión de la cadena de suministro y la multiplicación del riesgo hasta la exposición de los clientes finales. Además, cualquiera de estas cuestiones puede tener un impacto visible en los balances de las empresas y en su solvencia.
La velocidad de adaptación es crucial para evitar grandes pérdidas. Hoy en día, parece insuficiente y el riesgo final oscila entre la pérdida total del valor de ciertos activos o incluso negocios enteros.