Por Eva García, socia fundadora en Coaching on Focus, consultora de RR.HH., Bioquímica y Neurocoach.
«Finalizado el verano, es el momento ideal para afrontar la vuelta al día a día con energías renovadas. Marcarse objetivos realistas y alcanzables y tener unas expectativas ajustadas y equilibradas con nuestras capacidades ayuda al éxito de nuestros propósitos».
Uno de los momentos ideales para adquirir nuevos hábitos y costumbres es la vuelta del verano. Es probable que suframos alguno de los síntomas del estrés postvacacional hasta que nos adaptemos al ritmo laboral. La buena noticia es que dura poco y en unos días recuperas completamente tu energía.
El mes de septiembre está cargado de novedades: nuevo curso de los niños, nuevos horarios, nuevas actividades, nuevas colecciones de moda…. Y lo nuevo por lo general nos gusta y lo afrontamos con mucha ilusión.
¿Por qué no aprovechar esta ilusión de lo nuevo, del cambio, de estar abierto a otras posibilidades en el ámbito laboral? ¿Y si tomamos el control en la vuelta al trabajo y lo vivimos de una manera diferente? Viendo la vuelta a nuestro trabajo no como algo monótono sino como algo motivador en el que nosotros somos parte activa.
No hay mejor manera de cambiar hábitos que sustituirlos por otros nuevos, por lo que es el momento perfecto para plantearnos si hay algo que queremos comenzar o hacer de otra manera. Es el momento de plantearnos nuevos objetivos y retos.
«El mes de septiembre está cargado de novedades: nuevo curso de los niños, nuevos horarios, nuevas actividades, nuevas colecciones de moda…. Y lo nuevo por lo general nos gusta y lo afrontamos con mucha ilusión».
En muchas ocasiones funcionamos en modo “piloto automático” de manera que no somos siempre conscientes de lo que estamos haciendo. Nos dejamos llevar por la rutina, por las cosas que se han hecho “siempre así”, por lo que otros esperan de nosotros. ¿Estamos cumpliendo nuestros objetivos o los objetivos de otros?
Y quizá esta sea la razón por la que tenemos una sensación más de frustración que de satisfacción cuando llevamos a cabo nuestro trabajo. Cuando los objetivos no son verdaderamente nuestros, no tenemos el mismo compromiso con ellos. Son los objetivos sociales, laborales, de equipo, de departamento, los que han definido otros para alcanzar los resultados deseados, pero se nos olvida definir nuestros propios objetivos que vayan en consonancia con los objetivos de los demás. Esta es una de las razones por las que algunos objetivos se nos resisten.
Podríamos enumerar algunos de los objetivos más típicos cuando volvemos al trabajo:
- Salir a mi hora
- Cumplir con la hora de la comida y los descansos
- Plantear un cambio de puesto o de adquirir nuevas responsabilidades
- Levantarme más de la silla
- Organizarme mejor el tiempo
- Mantener el optimismo y un buen estado de ánimo
- Aprender a decir que no y a delegar
- ……..
Si nos suena alguno de ellos es un indicador de que quizá no seamos muy originales y sí un poco perezosos. Pensemos un poco más en lo que realmente queremos conseguir.
«Cuando los objetivos no son verdaderamente nuestros, no tenemos el mismo compromiso con ellos. Son los objetivos sociales, laborales, de equipo, de departamento, los que han definido otros para alcanzar los resultados deseados, pero se nos olvida definir nuestros propios objetivos que vayan en consonancia con los objetivos de los demás».
Necesitamos concretar y definir muy bien nuestro objetivo y plantearnos cuestiones tales como tener claros cuales son nuestros intereses, por qué lo queremos hacer, qué beneficios vamos a tener. Aquí ya adelantamos el primero de los trucos, que consiste en definir tu objetivo de modo que sea alcanzable y que no aparezca la frustración en el mismo momento que lo defines, porque ni tú mismo te lo crees. Que tus expectativas sean altas pero no tan exigentes que te encuentres preso de ti mismo.
Mucho mejor ir poco a poco, marcándote pequeños hitos e indicadores que te motiven a seguir adelante.
«El primero de los trucos consiste en definir tu objetivo de modo que sea alcanzable y que no aparezca la frustración en el mismo momento que lo defines, porque ni tú mismo te lo crees. Que tus expectativas sean altas pero no tan exigentes que te encuentres preso de ti mismo».
Si cogemos uno de los ejemplos citados anteriormente, vemos como dividirlo en pequeños pasos, e incluyendo reflexiones y pequeñas acciones que puedes hacer de un modo rápido y sencillo:
De este modo conseguiremos:
- Empoderar a tu objetivo porque hay una razón importante para conseguirlo
- Reflexionar de una manera más profunda, más consciente
- Aumentar nuestro compromiso al haberlo hecho público
- Tener mayor sensación de control, al elegir tú mismo las situaciones en las que puedes darte ciertas licencias
- Evitar la frustración al tener la sensación constante de no conseguir el objetivo
- Medir de manera objetiva tus avances, aumentando tu confianza y seguridad
- Los pequeños logros diarios nos darán fuerzas para continuar
Y no te preocupes porque tus objetivos vayan modificándose, piensa que más bien están evolucionando o son nuevos retos. Sé flexible contigo mismo y adáptate al cambio de manera natural, porque tú mismo vas a cambiar, al igual que tus intereses, capacidades, disponibilidad, energía… también van variando.
No por ello dejará de ser efectivo el resultado, todo lo contrario, a medida que tomas conciencia y reflexionas de una manera más objetiva, vas incorporando pequeños matices que van haciendo más personalizado tu objetivo, más tuyo.
«Sé flexible contigo mismo y adáptate al cambio de manera natural, porque tú mismo vas a cambiar, al igual que tus intereses, capacidades, disponibilidad, energía… también van variando».
A modo de resumen, desde Coaching On focus te aconsejamos:
-Define tu objetivo de manera realista, alcanzable, concreta y temporalizada.
-Afronta los objetivos de uno en uno, priorízalos y dirige tu energía de manera inteligente.
-Sé compasivo y exigente, pero no dejes que la exigencia te frustre. Aprende de los errores.
-Mide, evalúa y haz seguimiento objetivo; nos encanta justificarnos y engañarnos.
-Y sobre todo, no pierdas el foco del objetivo, cámbialo modifícalo, reinvéntalo, ¡pero vete a por el!
Y recuerda… ¡ni caso a los síntomas de Estrés postvacacional!
Unos consejos para afrontarlos: